Desde hace más de cien años las grandes causas de la historia han tenido protagonistas de las que a veces van en silencio y rompen esquemas por hacerse escuchar. Mucho ha llovido desde la protesta en la fábrica textil de Nueva York que terminó en un trágico incendio, o de aquella conferencia en que Clara Zetkin dio un jaque mate, aunque no definitivo, a las posiciones machistas y patriarcales de la época.
Hoy, cuando los movimientos feministas evolucionan y la voz de la mujer suena cada vez más alto, no hay forma de restarles fuerza y carácter, de minimizar quiénes son ni de ignorar cuánto valen. Son tiempos de reconocer con hechos y palabras su esencia, sus esfuerzos por cambiar pensamientos retrógrados y su valentía por ponerse pantalones en un mundo que prefería los vestidos.
Sin la mujer, la vida es pura prosa. Eso pensaba Rubén Darío y pensará el buen poeta que valore a quienes le inspiran y arrancan sus mejores versos. Son ellas las protagonistas, las que lucen sencillas, empoderadas y hermosas sin fechas especiales, con recuerdos tatuados en la piel y sonrisas de repuesto por si el día se vuelve agotador.
No hay meta imposible ni obstáculo tan grande para una mujer si es capaz de ahogar sus miedos en un suspiro, “sacar adelante” a una familia y disfrazar con la mirada cualquier problema. Hoy es momento de gritar ni una más: ni una más maltratada, subestimada, rechazada o cuestionada; es momento de reconocer a las del delantal, las de los tacones y las zapatillas y a las del cafecito para visitas repentinas.
Si la famosa Coco Chanel viviera, notaría con orgullo cómo sus homólogas sí han sido lo que han querido y quiénes han querido. Las profesionales y amas de casas, las libres, las emprendedoras, las que ríen, sueñan y se enamoran, las esposas, las que recorren el mundo, todas son mujeres realizadas y han decidido con ello llegar cuán lejos deseen.
El ocho de marzo es un día marcado por la historia, sin embargo el calendario entero pertenece y tributa honores a esas, a las locas, las incomprendidas, las rebeldes, las calladas, las inconformes, las despeinadas, las que crean hogares y traen vida al mundo. Son miles los motivos y ninguno los pretextos, por eso felicidades y gracias por construir y llenar de colores un universo hecho en escala de grises.