Jobabo dista de ser un pueblo que en su historia temprana se permitiera doblegarse ante la explotación azucarera sin que hubiesen consecuencias. A sólo 22 años de su fundación protagonizaron sus moradores una de las manifestaciones más importantes del país en busca de cambios que favorecieran los sacrificados jornaleros del central.
Fue así que en esta fecha pero de 1933, se inició aquí la huelga azucarera más larga de Cuba. 106 días, demasiado tiempo de exigencias, paros, demandas, negociaciones, protagonismos… sacudieron la entonces incipiente organizada pero aún ilegalizada organización gremial de estos contornos.
26 de septiembre de este año cuando luego de una agudización de las precarias condiciones de vida de los obreros, sobre todo en las colonias cañeras, cuando ante la falta de respuestas a sus demandas por parte a administración del central, los trabajadores se lanzan a detener las principales actividades productivas propinando no pocos daños a una industria que le reportaba millones a los dueños yanquis.
Por un lado, gente pobre, agobiada, excelsa de laboriosidad pero demasiado maltratada, y por otro un arrogante Mister Pipper que no cedía a concesiones.
Destacan los historiadores que las principales demandas eran la legalización del sindicato azucarero, la puesta en vigor de ocho horas remuneradas a razón de 80 centavos, la eliminación del pago por la atención médica a los obreros en la industria, el derecho a descanso retribuido, el pago por concepto de maternidad, la existencia de botiquines y mejores condiciones de vida en los bateyes de las colonias cañeras donde se sobrevivía en la más extrema insalubridad y pobreza.
Fueron 106 días de sosiego y persecuciones, presiones que iban siempre en favor de los dueños del central y en completo detrimento de los pobladores que dependían de unos pocos centavos para sus familias.
Finalmente, el 10 de enero, culmina la huelga, engaños y artimañas que no dieron un respiro a los sufridos obreros del Coloso del Sur, y que condujeron, sí, al menos a dejar claro que la población del Jobabo de entonces estaba dispuesta a ser fuerte ante los avasallamientos y las injusticias, sin embargo, el resultado estaría muy lejos de lograr todas las demandas.
Luego del 10 de enero los dirigentes sindicales, participantes en la huelga de los 106 días son perseguidos, Genaro Macias tiene que marchar a Santiago de Cuba y Juan Delgado (Sandino) es asesinado.
La principal repercusión fue la recompensa de un posterior movimiento sindical fuerte, organizado y protagónico, que en los años venideros marcaría pautas en busca de mejoras sin cesar.