Vilma, solo su nombre enriquece la historia, promueve la necesidad de valorar su espíritu redentor, convoca al deber, a ser cada día mejores seres humanos y a defender principios justos y nunca a declinar ante lo abrupto y lo difícil.
La eterna presidenta de la Federación de Mujeres Cubana, nace en Santiago de Cuba el 7 de abril de 1930 cuya familia era una de las más acomodadas de esa región del país. Aún así, decidió integrarse a la lucha armada para que su país fuera libre y soberano.
Vilma fue una mujer muy serena, con mucha autoridad moral y era admirada por su respeto a la diversidad y por su estatura política y versátil para enfrentar los desafíos de las distintas etapas de la revolución y en las cuales sus aportes resultaron puntos de partida para nuevos retos y soluciones.
No por gusto Vilma es considerada como la Heroína de la Sierra y el Llano, es por su incondicionalidad a Fidel y a Raúl, por su valiosos aportes a la causa revolucionaria desde que prácticamente era una adolescente y porque desde siempre fijó su mirada al bienestar de sus gente, en especial, de las mujeres, a quien representó nacional e internacionalmente.
Desde las distintas acciones en las que participó antes del triunfo revolucionario, siempre llevó consigo la idea de una Cuba mejor, con todos, sin divisiones, y sí, con la unidad como principio básico para lograr la victoria ante cada intento de arrebatarnos la libertad.
A Vilma la recordaremos siempre como la que fue y será: La combatiente de primera fila en circunstancias difíciles y peligrosas, la creadora de la Federación de Mujeres Cubanas, la que tuvo a bien crear los círculos Infantiles para el cuidado de los niños de las madres trabajadoras, a la madre que vio crecer a sus hijos como talentos al servicio de su Patria, a la que entregó todos sus aires y energías hasta el último respiro.
Noventa y tres años cumpliría Vilma, si la muerte no la hubiera sorprendido aquel 18 de junio de 2007, un día en que millones de cubanos desprendimos lágrimas por su partida a la eternidad, pero sabíamos que lo principal de aquella guerrera quedaba sembrado para siempre en nuestra memoria: su ejemplo, su firmeza a toda prueba y su lealtad infinita a su Patria.