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Recibe Jobabo visita de la Dirección Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR)

El jefe de la sesión de Comunicación e Imagen de la Dirección Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) Camilo Mayet Cosme, sostuvo un encuentro este martes con los representantes de los organismos que tienen convenio de trabajo con la organización de masa.

En víspera de la visita este jueves del Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) Gerardo Hernández Nordelo al municipio, se realizó la cita, donde se evaluó el vinculo y el accionar de los organismos como Educación, Fiscalía, Deporte y otros con el gremio.

El directivo hizo referencia a la importancia del ejercicio de enfrentamiento a las drogas y al delito que se está llevando a cabo en el país y a cuál es el papel que se debe jugar en cada barrio para evitar tales flagelos. Al mismo tiempo se refirió a los planes de la calle en aras de rescatar los juegos tradicionales un poco olvidados por las nuevas tecnologías.

El espacio fue propicio para el lanzamiento de un concurso de dibujo para los más pequeños de casa cuyo nombre es Martí en Mi Barrio, de carácter provincial cuyo premio será una bicicleta, iniciativa que forma parte de la celebración del aniversario 65 de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), al 4 de abril y el natalicio del apóstol.

Acompañado de las máximas autoridades del Partido Comunista de Cuba y del Gobierno en la localidad, el jefe de la sesión de Comunicación e Imagen de la Dirección Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) Camilo Mayet Cosme, dejó claro que la organización de la familia cubana tiene como premisa la defensa de la Revolución desde los barrios y comunidades, con labores que, de manera coyuntural, la sociedad necesita para mantener las conquistas.

 

 

Arte y sudor detrás de un carbonero de Palo Seco

Bajo un sol inclemente, entre el crujir de ramas y el olor a tierra quemada, Carlos Castillo Espinosa, de 69 años, amontona trozos de marabú con manos curtidas por el tiempo. “Esta es una de las labores más difíciles que hay”, afirma, mientras ajusta un tronco en lo que parece ser un horno, pero que él define como “una escultura efímera”. Lleva 32 años dominando este oficio en Palo Seco, un asentamiento rural del municipio de Jobabo donde ser carbonero no solo es sustento, sino también un testigo mudo de sacrificios.

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“Armar un horno no es solo apilar leña”, explica. Con el hacha en una mano y la experiencia de décadas en la otra, Carlos describe cómo cada corte, cada hueco, debe equilibrarse para que el fuego consuma la madera sin reducirla a ceniza. “Un error y pierdes días de trabajo. Es como darle forma a algo vivo: el marabú pide respeto”. Su voz se quiebra al recordar hornos derrumbados, noches en vela vigilando las llamas.

El marabú, una planta invasora que ahogó campos cubanos, se convirtió para él en una paradoja. “Sin esta plaga, muchos no comeríamos”, confiesa. Cada “plan” —como llaman al ciclo de cortar leña verde y construir hornos— implica días de esfuerzo: desde el macheteo bajo el sol hasta cubrir el montículo con tierra, creando una cámara de combustión lenta. “Es un baile con el fuego: si lo dominas, obtienes carbón; si no, solo humo y todo el trabajo echo añicos”.

Carlos relata que en tres décadas ha visto de todo: tormentas que arrasaron hornos, hornadas perdidas por lluvias inesperadas y hornos quemados, esos vueles que te echan el trabajo por la borda. “Pero aquí sigo, como un árbol viejo”, dice con una sonrisa resignada. La falta de alternativas en ese asentamiento del sur de Jobabo lo mantiene atado a los planes. “¿A dónde ir? no abundan los empleos… Esto es lo que hay”.

Su jornada comienza al amanecer, entre dos luces. Corta marabú hasta que el cuerpo aguante, trocea la madera con precisión y, al caer la tarde, supervisa el horno como un alfarero moldea barro. “A veces siento que estoy tallando el tiempo”, murmura. Pero no todo es poesía: el polvo le nubla la vista, el calor sofoca y el humo se le instala en los pulmones. “Uno envejece rápido en este trabajo”.

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Pese a todo, insiste en que el oficio tiene su orgullo. “No cualquiera hace carbón bueno”, recalca. Su producto, dicen los compradores, arde parejo y deja pocas sobras. “Es el secreto de cómo lo apilas, de cuándo lo destapas…”. Pero ese conocimiento no se traduce en riqueza. Cada horno le deja apenas lo suficiente para mantener a su familia. “Vivimos al día, como el carbón: ardemos hasta que no queda nada”.

El marabú, aunque abundante, no perdona. Las espinas le han dejado heridas, visibles e invisibles, las ramas se resisten al machete y el peso de la leña le ha quebrado la espalda. “Uno se va desarmando como los hornos”, compara. Aun así, sigue ahí, moviéndose con la lentitud de quien sabe que cada paso cuenta, pero al mismo tiempo con una agilidad que pocos hombres de su edad pueden permitirse. “El día que no pueda más, ¿quién seguirá esto? Los jóvenes no aguantan ni una semana”.

La comunidad lo reconoce como un maestro, pero él evade los elogios. “Soy un hombre simple, no un artista”, insiste. Sin embargo, cuando describe cómo el fuego dibuja vetas azules en la madera por la noche, su lenguaje se vuelve casi lírico. “Es bonito, ¿ve? Como si el monte brillara… Pero eso no lo ven los de la ciudad cuando compran el carbón”.

Al preguntarle si volvería a elegir este camino, Carlos se queda en silencio. Finalmente, responde: “No sé. Pero esto me dio de comer, me hizo quien soy”. Mientras el sol se hunde en el horizonte, aprieta un puño de tierra negra, restos de su último horno. “El carbón se va, pero el marabú siempre vuelve a crecer… Y yo, mientras pueda, seguiré aquí”. Y así, siguen montando el siguiente montículo como si de una pirámide faraónica se tratara.

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Yuliet Frómeta y su pasión por el arte

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Corresponde al instructor de arte la misión de transformar el entorno sociocultural, crear un estilo propio donde se integre lo artístico, lo humano, lo identitario y propiciar la asimilación de juicios críticos y gustos estéticos.

 

Así lo demuestra en su entrevista la instructora de teatro Yuliet Frómeta Palmero.

¿Por qué escogiste esta profesión?

Bueno, escogí esta profesión de instructora de arte porque es algo hermoso, ser instructora de arte te hace crecer tanto profesional como personalmente. El artista de por sí se caracteriza por ser y tener un gran corazón.

¿Esta manifestación te gustó desde un inicio o tenías afinidad hacia otra manifestación?

Si, el teatro siempre me ha gustado, aunque en un inicio me gustaba mucho la danza, me gustaba mucho bailar, pero me incliné más hacia el teatro.

¿Cuáles fueron tus principales motivaciones?

Mi principal motivación fue la palabra arte, la palabra arte para mi desde niña siempre tuvo mucho significado, siempre me gustó mucho el arte en todas sus manifestaciones.

¿Tienes unidades artísticas?

Si por su puesto. Mis unidades artísticas consisten en trabajar todo lo que se trata de las raíces cubanas, lo campesino, lo tradicional. En eso consiste mi trabajo con mis unidades artísticas.

¿Dónde se puede disfrutar de su arte?

Bueno, se puede disfrutar en la escuela Heriberto Cortés Iglesias donde trabajo todas las semanas los jueves en el horario de la tarde y también los sábados aquí en Casa de Cultura, los sábados alternos, trabajamos en diferentes equipos entonces alternos los sábados se puede disfrutar en Casa de Cultura también.

¿Cuáles son los principales métodos que empleas para la enseñanza artística?

Los principales métodos son la sensibilidad por encima de todo, la es mi principal método.

¿Proyectos que tengas para el futuro?

Bueno, como proyectos para el futuro tengo seguir trabajando con mis niños y lograr buenos resultados con ellos con mi trabajo y seguir aquí en Casa de Cultura desarrollándome como artista y como profesora también.

¿Para ti cómo debería ser un instructor de arte?

Un instructor de arte por encima de todo debe de tener mucho sentimiento, mucho corazón, mucha sensibilidad por sobre todas las cosas. El instructor de arte se caracteriza por ser una persona humana y humilde de corazón.

Un mensaje para aquellos estudiantes que en estos momentos se están formando como instructores.

Bueno, les recomiendo que no se arrepientan, es una carrera muy hermosa y que si les gusta de verdad que no se van arrepentir de haber escogido esa carrera porque para mi ha sido algo muy especial y es algo que les va a instruir durante toda su vida tanto personal como profesionalmente.

El arte, en cualquiera de sus manifestaciones permite sentir y percibir la vida con más profundidad. Las niñas y los niños se vuelven más empáticos, comprensivos y, por lo tanto, mejores seres humanos. Por otro lado, comprenden mejor su entorno y a las personas que les rodean de una manera crítica y madura.

Rutinas de sol a sol

Desde el amanecer, las calles de Jobabo y sus barrios rurales laten al ritmo de un ir y venir incansable. Entre el polvo levantado por los carretones y el eco de conversaciones fragmentadas —sobre los apagones, el precio del arroz o la última gripe que recorre el pueblo—, se teje la urdimbre de un día normal. Cada paso, cada gesto, es un testimonio de resistencia: en Jobabo, la vida no se detiene, se reinventa.

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Visita Jobabo Jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil

El General de División Ramón Pardo Guerra, jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, visitó Jobabo para evaluar las acciones implementadas aquí ante situaciones de contingencia, con especial atención a los protocolos frente a intensas lluvias y la venidera temporada ciclónica.

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Durante su recorrido, su equipo de trabajo mostró particular interés en la preparación y capacidad de respuesta de las autoridades locales y las entidades productivas ante posibles desastres naturales, destacando la importancia de garantizar la seguridad de la población y los recursos.

El principal objetivo de la visita fue la geominera Golden Hill, donde el General constató las instalaciones de procesamiento de minerales y los riesgos asociados a las fuertes precipitaciones, en especial las causas y condiciones que hace una década provocaron el vertimiento de sustancias químicas a la cuenca fluvial.

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En el lugar, se verificó que la infraestructura cuenta con cobertura para asimilar alrededor de 1500 mm de lluvias, lo que representa un avance significativo en la mitigación de riesgos. Pardo Guerra destacó la necesidad de mantener actualizados los protocolos de reducción de desastres y asegurar niveles óptimos de organización y respuesta en diversos escenarios.

Además, el jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil insistió en la importancia de reparar el vial que conecta la cabecera municipal con el enclave minero, una vía crucial para garantizar la movilidad y el acceso en situaciones de emergencia.

Su visita refuerza el compromiso del Estado Mayor Nacional con la protección de las comunidades y los recursos estratégicos, así como con la prevención y gestión de riesgos ante fenómenos climáticos extremos.