La historia parece justa al entrelazar los hechos. Los va tejiendo como esa fina empleita de sombrero de mambí, del que usaron en Palo Seco el 2 de diciembre de 1873 los leones de Gómez, cuya herencia viene hoy a celebrarla una institución fiel precursora de los bravíos hombres de las huestes libertadoras del siglo antepasado: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, institución garante de la soberanía y la tranquilidad.
Al triunfar la Revolución Cubana, el Gobierno Revolucionario no contaba con unas fuerzas armadas capaces de cumplir la doble misión de garantizar la seguridad interna del país y defenderlo de una agresión desde el exterior.
La transformación del Ejército Rebelde en unas modernas fuerzas armadas, al fundirse con las milicias obreras, campesinas, estudiantiles y universitarias que se unificaron el 26 de octubre de 1959 en las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y cuyos integrantes, meses después de Playa Girón nutrieron las plantillas de los tres ejércitos que fueron creados, dieron lugar a la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
El Ejército Rebelde constituyó el núcleo inicial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y desempeñó un papel de excepcional importancia en esos años heroicos. El Comandante en Jefe Fidel Castro, al referirse a esta etapa planteó: “El Ejército Rebelde fue el alma de la Revolución. De sus armas victoriosas emergió libre, hermosa, pujante e invencible la patria nueva. Sus soldados reivindicaron la sangre generosa vertida en todas las contiendas por la independencia y con la suya propia cimentaron el presente socialista de Cuba”.
A partir del 1 de enero de 1959 se comenzaron a estructurar agrupaciones de tropas sui géneris que combinaban las estructuras y métodos regulares de lucha, con los irregulares, en un vertiginoso proceso que obligaba a la asimilación en plazos brevísimos del armamento y la técnica militar que existía en el país y el que comenzaría a llegar de los países socialistas a partir de mediados de 1960.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias poseen no solo esa estructura que permite el empleo de sus integrantes en actividades de provecho para el desarrollo económico-social del país y cumplir con su rol principal: la salvaguarda de la revolución cubana y su pueblo, sino que tiene entre su verdeolivo la carmesí honra de los caídos en más de 100 años de lucha, y trae sin duda alguna el legado del Moncada y la Sierra, de internacionalismo y de glorias.