Intermitente, así está la fábrica de procesamiento de frutas y vegetales de Jobabo a menos de tres meses de su puesta en marcha, confirma Alcides Morales Meriño, responsable de este colectivo industrial al que no se le aseguró estratégicamente desde el desarrollo agrícola el volumen de cosechas que demanda para sostener unas 8 diarias de producción y explotar al máximo las capacidades tecnológicas que terminaron costando cifras millonarias a la única inversión industrial del sistema de la agricultura en este municipio en la última década.

«Tenemos producciones de pulpa, mermelada de mango, dulce de fruta bomba, mermelada de fruta bomba… que esto ha sido intermitente debido a que nosotros trabajamos con una caldera que es de diésel y en una hora te gasta 30-35 litros de petróleo. Tampoco hay mucha materia prima en el municipio, se ha estado buscando en municipios aledaños la guayaba, fruta bomba, el mango» destaca.

«Un ejemplo, yo fui a buscar guayaba a Feijoó, y ya no había guayaba, ahora hay que darle dos o tres días para entonces buscar la producción y venir para acá. Es muy poca la producción que hay» relata.

Y esta falta de materias primas tiene una repercusión directa no solo en la estabilidad productiva del enclave, cuya tecnología se desaprovecha generando gastos excesivos sin un adecuado respaldo en surtidos listos para la venta, sino también en la formación de un salario que remunere dignamente a los 17 trabajadores de la industria, quienes están claros que si no producen no ganan.

Expectativas truncadas

«Nosotros entendemos la situación que tiene el país con el azúcar y la materia prima que es muy poca en nuestro municipio y que tenemos que ir a buscarla a otras provincias. Cuando tenemos la materia prima nosotros nos esforzamos bastante, entramos a las 7 de la mañana, nos vamos a cualquier hora de la noche. Nos vamos a vender al campo, a Zabalo, a Palo Seco… todo con el objetivo de cumplir con los ingresos y poder cobrar, pero a la hora de cobrar no es lo que esperamos» explica Maribel Contreras, quien ve contrapuestos esfuerzos y salarios al percibir en nómina menos de la mitad de su jornal.

Alejandro Rodríguez González, un joven ingeniero mecánico que cumple su periodo de adiestramiento en la fábrica de procesamientos de frutas y vegetales tampoco ve resultados por mucho que se quieran esforzar, pues lo que se da a entender por quienes dirigen es que las producciones que se hacen no respaldan el salario.

«Al final no hay estímulo, no hay resultados. Si hay que trabajar horas extras, se hace, nadie protesta, todo el mundo con entusiasmo coopera, pero no se remunera ese trabajo» manifiesta.

Y es que ni siquiera ninguno de los 17 obreros del enclave industrial en su último pago llegaron a la mitad del salario básico, denuncia Yosvany Pupo, secretario de la sección sindical.

«Estamos claros que si no producimos no cobramos, pero en el poco tiempo que trabajamos llegamos a más de 300 mil pesos, pensamos que con eso, al menos, íbamos a respaldar el salario, y no fue así, tampoco aparece una explicación que aclare la diferencia entre gastos e ingresos para tener una noción de la cantidad que debemos vender para formar salario» cuestiona.

Economía Vs Comunicación 

Y es que a ciencia cierta todo se basa en cálculos aproximados, pero nadie habla de planes de ingresos. Uno de los errores fundamentales de la arrancada es no aclarar bien a un colectivo tan pequeño qué van gastando y cuánto salario van formando, como exigen las propias normativas referidas al funcionamiento de la Empresa Estatal Socialista y sus dependencias. Esas cifras faltan, al menos públicamente.

Todo ello se torna incongruente en la práctica, pues por un lado el Jefe del Colectivo, Alcides Morales Meriño, calcula que para cubrir el salario básico de los obreros, teniendo en cuenta los altos gastos de la fábrica, se necesitan producciones que generen cerca de 400 mil pesos cada mes, casi el mismo monto que generaron en agosto, entonces ¿Por qué no se les remuneró correctamente?

Ante esta contradicción, buscando respuestas con datos en mano acudimos a la dirección de la Unidad empresarial de Base Integral Agropecuaria, a la cual pertenece la Fábrica de Procesamiento de Frutas y Vegetales, allí Ángel Expósito Suárez, director de la entidad expuso que no se llegó a formar el salario ni en julio ni en agosto, pues tienen que tener en cuenta que los costos de insumos, electricidad, combustible, materias primas y transporte son muy elevados, además de la amortización de los créditos y otros gastos que se rebajan en el componente financiero.

«Algo que no tienen en cuenta en la fábrica es que sí, se hicieron producciones, se vendieron esas producciones, pero en casos muy particulares como ventas que se han hecho a organismos priorizados y otras entidades estatales, solo se facturó pero no se hicieron los ingresos a las cuentas, por lo tanto hasta el momento que se adquiera ese dinero no podemos hablar de un respaldo financiero efectivo» concluye el directivo, mientras se compromete a enviar especialistas a la fábrica para abordar estos temas y explicar con claridad todo lo referente a la formación del salario.

Las contradicciones comunicacionales y de planeamiento saltan mucho más cuando en entrevista con Isael Hernández, el económico de la UEB, y Yoenis González Vega, financista, expusieron que se necesitan no menos de 500 mil o 600 mil pesos en ingresos mensuales para formar salario en la fábrica, y ello dependiendo de los costos de producción, pues si aumentan los gastos de materias primas e insumos la producción debe ser mucho mayor, por lo que aclaran que lo ideal es que la fábrica trabaje a plena capacidad o por lo menos se acerque a su volumen diario de procesamiento, unas 8 toneladas de frutas y vegetales.

«Trabajando de manera estable diariamente los ingresos serían de unos 350 a 400 mil pesos, con ello el salario de los trabajadores estaría sin problema alguno en alrededor de los 10 mil pesos» calcula Yoenis, quien mostró una seria de datos relacionados con la formación de los salarios, las ventas y los costos de los insumos y recursos que entran a la fábrica, lo cual asegura, son de pleno conocimiento del Jefe de Colectivo, por lo tanto esto debía conocerlo cada uno de los obreros.

Precisamente en la asamblea sindical de septiembre los obreros denunciaron ante la secretaria general del Sindicato Nacional de los Trabajadores Agropecuarios y Forestales en Jobabo, Yamisleidis Barrera Santiestaban, que ninguno de los acuerdos adoptados en este tipo de encuentro sobre la información que en materia de gestión administrativa debían darle al colectivo se había cumplido, e instaron a que desde esta instancia se llevara el tema a los plenos de la Central de la Central de Trabajadores de Cuba y, en caso extremo, hacer una demanda a la dirección de la Integral Agropecuaria.

Si bien los acuerdos volvieron a plasmarse en las actas, diez días despues de ese intercambio nada de lo exigido por obreros se había tramitado a las instancias necesarias para buscar soluciones inmediatas.

¿Qué garantías hay para la sostenibilidad industrial?

La realidad es que la fábrica nació menguada, lo que se produce en Jobabo no respalda la capacidad de procesamiento de esa moderna tecnología. Solamente tomando como referencia agosto, el primer mes luego de la inauguración del enclave, las estadísticas productivas de este territorio mostraban que la producción de mango solo alcanzó las 3,9 toneladas, de guayaba 9,5 toneladas y de fruta bomba 13,8 toneladas, sumando los tres, solo alcanzaría para tres días y medio de trabajo, y eso, aclarando, si todo lo que se produce en el campo tuviera como destino la fábrica.

Conocedor de este panorama, Armando Santoya, uno de los obreros, lleva días insistiendo en buscar alternativas que no sean solo enfocadas a la línea de conservas, sino compensar la actividad laboral con la producción de encurtidos, para lo cual tienen los insumos necesarios a más bajo costo.

«Hay que hacer más gestiones para traer pepino, cebolla, ajíes… todo eso se encurte y lo vendemos rápido, además compensa lo que no podemos hacer en la producción de conservas por la falta de materias primas. Yo estoy claro que para formar salario hay que generar ingresos, y esta es una forma de hacerlo, que da ganancias, muy buenas ganancias, pero no se hace todo por implementarlo» expone.

Saliendo de una asamblea sindical, en la cual el salario y todas esas incongruencias no tuvieron una aclaración muy comprensible, las muestras de decepción se hacían notar, sobre todo, porque se trata de un colectivo laboral que ha transitado por demasiadas malas jugadas de un entorno empresarial que así como es intermitente en la producción lo ha sido con los pagos del salario, y ellos, cuando arrancó la fábrica, aspiraban a revertir los malos momentos de años anteriores.

Iniciativas como la que plantea Armando surgen a diario, pero las ideas de los obreros no se asimilan y luego sus reclamos se convierten en malos manejos de dirección, explica Alejando Rodríguez, quien ve como una forma de amenaza que ante cualquier aspecto que se emita como queja o inconformidad, desde la administración lo refutan con el argumento «Aquí vienen diariamente personas buscando trabajo», es decir, como que si no están de acuerdo que se vayan.

«El mayor problema aquí es la desmotivación de los trabajadores» recalca el Ingeniero Industrial René Igarza, otro de los jóvenes en adiestramiento que percibe pueden hacer más con un colectivo tan laborioso.

La fábrica de procesamientos de frutas y vegetales si bien no inició con respaldos de materias primas, aun falta demasiado en todo lo concerniente a la gestión administrativa para que ese enclave al menos reporte ingresos que permitan un salario que remunere al esforzado colectivo, y producciones que los jobabenses puedan adquirir, ambos son asuntos pendientes que urgen resolver.

Escuche el reportaje en su versión radial:

En cuanto a las producciones, eso que sale del campo y es el combustible principal de la fábrica que se bautizó ¨Florita¨ en honor a Flora Caraballo Ortega, la Integral Agropecuria no puede seguir dando bandazos saliendo a comprar fuera del municipio, encareciendo costos, sino que desde la dirección de la agricultura y la administración municipal del gobierno debería exigírsele porque asuma su rol de productor agrícola y al menos en los próximos dos calendarios fomente las áreas de frutas y vegetales que demanda el procesamiento de su moderna industria, y así se salda un viejo compromiso de hace cuatro años cuando se orientó fomentar anualmente no menos de 200 hectáreas de frutales.

Fuera de ese plan inicial, del cual se habló en muy pocos espacios, no se encaminó ninguna estrategia en Jobabo que permitera un encadenamiento productivo sostenible una vez que arrancara la fábrica. Además, en una entrevista ofrecida en 2021 por el entonces Delegado de la Agricultura en el municipio, Julio Villa Verdecia, expuso que el fomento de frutales demandaba una contratación eficiente y que dada las experiencias que ha arrojado la comercialización agropecuaria en Jobabo en los últimos 10 años, estos acuerdos no podían esperar a la inauguración.

La fábrica se inauguró el 15 de julio, pasado tres meses aun no establecen contratos con los productores de frutales de Jobabo, solo promesas de hacerlos.

Cada día que transcurre sin que se prozcan conservas en la fábrica la Unidad Empresarial de Base Integral Agropecuaria deja de percibir utilidades calculadas por encima de los 120 mil pesos, lo que traduce en menos aportes al bolsillo de los trabajadores y a las contribuciones ficales para el desarrollo local.

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