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106 días de huelga obrera en Jobabo entre 1933 y 1934

La huelga de los 106 días tiene sus antecedentes en la huelga general contra Machado en agosto del 1933. Los obreros del central y las colonias cañeras de los alrededores, ya con un antecedente de revueltas pequeñas, y por consiguiente, llenos de demandas ante el incremento de la explotación a las masas populares, apoyados por los comunistas fundaron el sindicato denominado “Unión de Obreros de Jobabo”, que permitió debatir y exigir sus intereses de clases.

La directiva del sindicato azucarero, recién estructurada, presentó el pliego de condiciones contentivo de las reivindicaciones que exigían al administrador del central, Mister Pipper, entre las que se destacan la necesaria legalización del sindicato azucarero y su participación activa en decisiones claves del quehacer laboral.

Otras de las demandas eran la puesta en vigor del jornal de ocho horas a razón de 80 centavos, retirar el pago de 25 centavos por la atención médica a los obreros, el derecho a descanso retribuido y pago por maternidad, y la existencia de botiquines y mejores condiciones de vida en los bateyes de las colonias cañeras.

Al principio no hubo problemas, los políticos se lo tomaron como una pequeña protesta de principiantes, pues no imaginaron que aquel pequeño folletín entregado al norteamericano desencadenaría una de las huelgas más largas de la historia de Cuba. Precisamente el desdén de los administrativos del ingenio y su caso omiso al texto fue lo que provocó la rápida movilización de los sindicalistas y puso caliente el terreno a tal extremo que por poco llega a convertirse en un levantamiento popular armado.

El paro obrero comenzó en realidad el 26 de septiembre, tres días después de que se presentaran las demandas, y como era de esperar, no se vieron las respuestas, entonces los trabajadores se negaron a hacer sus labores y comenzaron a movilizar a los compañeros de todas las colonias cañeras.

La movilización popular fue tan grande que los administrativos del central crearon un comité de auxilio y rompehuelgas, y se organizó un sistema de guardia, a la vez que se hicieron las jugarretas de siempre, intentando en primera instancia el soborno a los organizadores sindicalistas y luego vino la intimidación y la intervención. Lo curioso es que ninguno de los huelguistas cedió terreno y la situación se extendió más de lo normal.

Complicado el asunto a los pocos días de iniciarse la huelga, los organizadores fueron detenidos por la guardia rural para ser trasladados a Las Tunas, donde se sabía, era muy probable que no regresaran vivos. Ahí entró a desempeñar un importante papel el pueblo, hay relatos que aseguran la compleja dimensión del asunto, que llegó a levantarse un grupo con escopetas, revólveres y toda clase de instrumentos. Ello evitó que la directiva del sindicato fuera traslada y enseguida fueron puestos en libertad.

En todo ese alboroto tuvo que intervenir Guiteras, quien envió al capitán Blanco para mediar en el conflicto y evitar que de una huelga pacífica se fueran a las armas. Aparentemente todo el problema fue ganado por los obreros, pero en realidad no se cumplió nada de lo acordado en el acta notarial firmada ante el doctor José Antonio Veloso por Mister Pipper y Genaro Macías, este último, el Secretario general del sindicato azucarero desde mediados del paro.

En papeles todo pareció quedar tranquilo, a los pocos días comenzaron las persecuciones, los acosos, los despidos y el asesinato a líderes claves del movimiento obrero. Algunos tuvieron que irse fuera de Jobabo, pero aun así la mayoría fueron perseguidos y muertos.

Los dos organizadores claves de la huelga, Genaro Macías y Juan Delgado, no tuvieron muchas oportunidades aquí, el primero tuvo que irse definitivamente para Santiago de Cuba, y el segundo fue brutalmente asesinado en marzo del 34, solo dos meses después de que concluyera el mayor y más extenso movimiento proletario en la historia de Jobabo.  Al final, la huelga no tuvo el resultado esperado, pero si sentaron las bases para elevar la conciencia cívica organizativa y proyectar un fortalecimiento del sindicalismo en esta localidad.

Fuentes: 

Monografía del Municipio Jobabo, Apuntes del historiador Esteban Felipe Yero Rosales y Compendio de Historia de la provincia de Las Tunas. 

Yaidel M. Rodríguez Castro
Yaidel M. Rodríguez Castro
Máster en Ciencias de la Comunicación. Licenciado en Educación. Periodista en Radio Cabaniguán desde 2010 y editor de la página web Radio Cabaniguán. Atiende los temas relacionados con la Agricultura, Producción de Alimentos, Economía y Desarrollo Local.

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