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Yo siempre fui el rey del boniato

Antes cuando un saco de boniato costaba solo unos quilos y había que romperse el “lomo” de verdad para hacer un dinerito, de este pedazo de tierra se daban 30, 40 y 50 toneladas de boniato en una cosecha, relata Roberto Céspedes, un veterano campesino de Guaramano asociado a la Cooperativa de Créditos y Servicios Rafael Trejo de Jobabo.

Roberto Cespedes

Para este sacrificado agricultor de tradición la complejidad de este cultivo se simplifica a un manejo adecuado de los terrenos, -dando cultivadora a tirón de yunta de bueyes-, y balanceando correctamente la humedad, porque sí, en esos terrenos bendecidos del noreste de Jobabo hay mucha agua, asegura.

Cuando estábamos esa etapa floreciente de la agricultura yo tenía ese calificativo de El Rey del Boniato porque una vez en el mercado de Las Tunas, el paralelo, un cuñado mío que administraba el local me dijo que cuánto boniato yo era capaz de venderle. Fíjate que él no se imaginaba que rendimiento podía tener este terreno, y me dijo que me lo pagarían a buen precio, no llegaba a 30 pesos la tonelada.

Le dije -ven para acá y trae bastante sacos y una carreta grande-, se asustó cuando no habíamos sacado ni medio campo y se habían llenado más de 100 sacos de yute de los grandes, ya no cambian en el tractor que trajeron. Era una cantidad increíble.

En fin -no se pudo llevar todo el boniato que había aquí -, y yo por supuesto contento porque me había ganado mil y pico de pesos. Dígame usted, mil y pico de pesos, ahora sería millones.

De ahí me dijeron oiga usted es el rey del boniato, y no solo estaba en ese rendimiento momentáneo sino en que yo siempre, además de diversificar cultivos, me he dedicado a cultivar esta vianda, me gusta, es algo que domino bien, se me da de maravilla y tengo muy buenos rendimientos con clones tradicionales sin estar trayendo esquejes de otros lugares.

El secreto no radica en que uno trabaje más o trabaje menos, aunque yo me paso día y noche aquí, ahora más por tanto robo que hay y tengo que cuidar mi sacrificio, sino en ir probando lo que resulte de una atención cultural de acuerdo con lo que el suelo sea capaz de aportar. Este es un suelo maravilloso, con capacidades para cualquier cultivo y en cualquier época.

Ahora tengo más cosas sembradas, y no solo me dedico al boniato porque a pesar que hay mucha agua, es imposible aprovecharla al máximo por el asunto de la electricidad y los combustibles. Si nos pusieran el transformador aquí nos beneficiaría grandemente y volvería a hacer grandes cosechas de boniato, tal vez más que en los 90, porque me gustaría retomar esos niveles y aportar más, ello ayudaría a reducir los precios.

Yaidel M. Rodríguez Castro
Yaidel M. Rodríguez Castro
Máster en Ciencias de la Comunicación. Licenciado en Educación. Periodista en Radio Cabaniguán desde 2010 y editor de la página web Radio Cabaniguán. Atiende los temas relacionados con la Agricultura, Producción de Alimentos, Economía y Desarrollo Local.

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