África eres preciosa y tocaste mi alma, y por ti moriría de placer, África, eres desierta, y el retrato de la pobreza, África eres bonita y me continúa latiendo el corazón como si de un bongó se tratase. Así escribió, simple y delicado, Gabriela Mistral, la célebre poeta chilena tras una gira por dicho continente.
A ciencia cierta, conocer África y su cultura, sus tradiciones, la belleza de sus gentes y paisajes, han enamorado a cuánto viajero ha puesto pie en sus tierras. No obstante, entenderla no depende únicamente de un boleto de avión, pues las raíces africanas están presentes en cada uno de nosotros, su sangre nos identifica y ha logrado en gran medida la hermosa diversidad que tenemos.
Una de las representaciones de su cultura más conocida no es sino sus peinados, esa forma exquisita con que logran su propia identidad frente al resto del mundo. Al día de hoy hablar de peinado afro en nuestro país es tan frecuente como para un nativo, sin embargo, sus formas de lucir el cabello no son sólo eso, son mucho más de lo que muestran y se conoce.
En algunas regiones de África lo que llevan sobre sus cabezas es puro arte, pero además, una revelación sobre sí mismos, su estatus social, identidad, condiciones físicas e incluso creencias religiosas.
Algunas de las más extendidas sobre los peinados figuran en torno al tamaño del mismo, pues anteriormente, según el bloguero Milko Safari, se creía que por ser la parte más alta del cuerpo era un portal de entrada de los espíritus hacia el alma, mientras en la conocida religión Yoruba, las mujeres usaban las trenzas como mensajeras para los dioses. En algunas comunidades, sobre todo en Kenia y Tanzania, según como vaya peinada una mujer esta dará señales de abundancia, fertilidad, rango social, luto e higiene.
Nuestro país, tan rico en lo que a mestizaje respecta, es una de esas naciones americanas en las que la afrodescendencia no se hizo esperar. Según el sitio oficial del Minrex, “la influencia africana se advierte en todas las manifestaciones de nuestra cultura: artes plásticas, música, danza, literatura, los instrumentos musicales, el español que hablamos, la comida, la religiosidad, en fin, en el modo de ser cubano”.
Pese a ello, muchas veces se hubo desestimado cuan hermosas son nuestras raíces, creando estereotipos y supuestos estándares de belleza donde el “pelo lacio” iba a la delantera. El mal llamado “pelo malo” o “atrasado” quiso denigrar una de las formas identitarias de la mujer cubana y su descendencia. Según Cubadebate, ello forma parte de un racismo estructural que, a decir de especialistas y activistas, busca blanquear y anular las tradiciones de la población negra. Para contrarrestarlo, han surgido emprendimientos y proyectos que abanderan el orgullo de esos tipos de cabellos.
Hoy en día la gran variedad de razas en nuestro país ha provocado que, sin importar color de piel, muchos hayan optado por la cultura africana, tanto en religión como en la forma de peinarse. El arte de los rizos, las trenzas y el conocidísimo espendrú estuvieron varios años desplazados por otras tendencias, no obstante, poco a poco fue ganando favoritismo, tanto en hombres como mujeres, y ratificando aquello de que en Cuba, el que no tiene de Congo, tiene de Carabalí.