Por estos días se habla mucho de las medidas que aplica Cuba para dinamizar la economía y corregir distorsiones que afectan los diferentes procesos de desarrollo de la nación.
La aplicación de esas decisiones tiene como fin también actualizar los precios de productos y servicios, de acuerdo con los valores actuales en el mercado internacional, algunos de ellos, con el doble o el triple de años anteriores, pero ojo, cuidado con la especulación y el abuzo que tanto se habla desde el nivel central.
No pretendamos encubrir ineficiencias empresariales con la subida precipitosa de precios para lograr amplias utilidades, en detrimento de la población, sobre todo de las personas cuyos ingresos a penas le da para alimentarse, y de esos tenemos miles a nivel del país.
La idea de aplicar medias contra distorsiones y errores resultará positiva si se le brinda un seguimiento a su instrumentación por las autoridades desde el nivel central hasta el último rincón de la isla, de lo contrario no resolverían absolutamente nada y de ello tenemos experiencias amargas de otras etapas y procesos similares.
Por supuesto, cada decisión tendrá un impacto en la opinión pública nacional y de hecho, ya existe entre los cubanos de dentro y de fuera, pero también de los enemigos de la revolución que intentan deslegitimizar tales propósitos y especular alrededor de estas.
De lo que se trata es de buscar nuevas vías, fórmulas y soluciones para enmendar lo que no se hizo bien como fueron los lineamientos de la política económica y social y la llamada tarea ordenamiento nacidas ambas con distorsiones y errores que ahora pagamos bien caro por responsabilidad de los que la diseñaron y de los que las aprobaron sin profundizar en los pro y en los contras.