La vida, las circunstancias, la razón y también la justicia, quisieron que entre los más ilustres cubanos que nacieron en los distintos siglos, hubiera uno, que pensara y actuara por el bien de su pueblo y de otras latitudes. Ese genial hombre fue el líder indiscutible de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
Cómo olvidar su estirpe, su manera de encarar las dificultades y la destreza para resolver conflictos, quizás a riesgo y así fue, de su vida sin abandonar nunca a su pueblo, al que tanto amó, quiso y ayudó.
Fidel fue un verdadero estadista, que lo previó todo, hasta el momento que dejaría de estar físicamente junto a su pueblo para partir a la eternidad como el hombre aquel que luchó hasta su último respiro para que su pueblo fuera más feliz, pese a las contradicciones y a las campañas desatadas por el feroz y perverso enemigo de las noventa millas.
Este 13 de agosto nuestro líder cumpliría noventa y siete años, y diría que lo está cumpliendo porque su cuerpo se marchó pero su legado, sus enseñanzas y su hidalguía permanecen junto a los que amamos la revolución y los que siempre crecimos inspirados en sus valores y en su firmeza patriótica y revolucionaria.
Hoy, cuando pensamos que nos dejó aquel 25 de noviembre de 2016, no lloramos porque a los grandes de la historia redentora no se le llora cuando ya no están, solo que sentimos su ausencia física pero lo vemos a diario en cada acción digna que ejecutan los cubanos para empujar este país.
Fidel está de cumpleaños, y hasta las palmas inclinan sus penachos en señal de reverencia, de respeto por un hombre al que le debemos tanto, y que no seremos capaces de pagar esa deuda mientras haya algo que hacer por la paz, la solidaridad, el internacionalismo y la justicia social por la que tanto luchó.
Noventa y siete años, más de sesenta, dedicados a defender a los pobres de la zozobra, del egoísmo, de la crueldad y de las injusticias, una larga data al servicios de los pueblos, en especial al de su Patria, por la que tanto luchó y a la que tanto amó y quiso.
Este nuevo despertar en la Cuba nuestra no es un despertar de cualquier día, es diferente porque no es el cumpleaños de cualquiera, es el de un hombre excepcional y visionario, que llenó a la nación de amor, de sosiego y de aspiraciones porque para Fidel, la Patria, es el altar donde se resguarda la historia, la vida y el amor.