Para quien no conoce la radio, quizás parezca tarea fácil la de decir palabras ante micrófonos, escribir cuartillas para informar a la población, o la de apretar botones en una consola para poner en el éter el sonido exacto que refleje imágenes, pero detrás de cada frase, de cada sonido existen procesos, existen personas que ponen empeños para hacer llegar la magia de la radio.
Fue el 22 de agosto de 1922 cuando en Cuba se escuchó la primera trasmisión y desde entonces, cuántas historias, cuántas alegrías que contar por los grandes especialistas o por la gente sencilla que espera con puntualidad para oír su programa preferido o la inconfundible voz de un locutor.
La radio, esa gran señora de 99 años, ha sabido atrapar con encantos a tantos y tantas, capaces de abandonar sus oficios iniciales para convertirse en radiopasionados, “…colegas inconformes que inventan, que experimentan, que disfrutan el micrófono… quienes apuestan por una radio más dinámica y sensual”, como dijera José Ignacio López Vigil.
Hoy, con novedades tecnológicas y el paso del tiempo, sigue con una enorme encomienda, la de informar, orientar, educar, recrear a un público cada vez más exigente, pero muy fiel, ese mismo que da fuerzas y razones para seguir creciendo, porque te espera en cada amanecer con una sonrisa, para saberte cercano, próximo, amigo.
La radio cubana entra en el año de su centenario, va a por su siglo de historias y lo hace con el compromiso eterno de estar presente sin importar fechas, desastres naturales, pandemias que azoten al mundo. Va a la conquista de sus oyentes, como lo ha hecho desde las primeras transmisiones radiales realizadas por Luis Casas Romero a través de la 2LC, para seguir siendo “sonido para ver”.