Un subidón de precios en la gastronomía estatal jobabense hizo cambiar por completo la configuración que tenían la mayoría de las familias locales de su rutina alimentaria. Se esperaba un cambio, pero no ver los precios de los alimentos irse entre siete y doce veces por encima del costo que tenían anteriormente, más sin cambiar la calidad.
Ello tiene un efecto directo derivado de los costos mayoristas, la necesidad de buscar ingresos para la cobertura salarial y, por qué no, algunos desajustes o malos cálculos de fichas de costos que se fueron al extremo en la configuración máxima de precios prácticamente impagables por una buena parte del sector población menos favorecidos con el incremento.
El resultado inmediato fue, además de cuestionar la calidad, que se mantiene intacta a la de diciembre para atrás (muy mala, por cierto), ver una drástica reducción de la afluencia de consumidores en los establecimientos gastronómicos yéndose en masa a consumir en los puntos de venta privados cuyos precios, a pesar de la subida, quedaron muy por debajo de la parte estatal.
Hoy deben informarse los reajustes en los precios tanto de la gastronomía como de otros servicios, solo resta esperar a ver que tal caen al bolsillo y si dan la cuenta o no.