Monte Cabaniguán, al sur de Jobabo, es de esos lugares donde la belleza natural se conjuga con el deseo de hacer ciencia y darle una oportunidad a decenas de especies de la flora y la fauna que coexisten y se resguardan de la desmedida depredación del hombre…
Y es que, por suerte y empeño, ha salido muy bien ese sueño de un puñado de hombres y mujeres que desde la década de 1980 han hecho de la ciénaga su más preciado tesoro, convirtiéndola en su casa, hasta llevar al plano internacional los valores de un sitio con incalculables significaciones en el plano medioambiental, científico e histórico.

El promotor principal de esa travesía hacia lo que es hoy Monte Cabaniguán es el principal investigador y un enamorado por excelencia de la ciénaga, el Dr. Manuel Alonso Tabet (Manolito), uno de los biólogos más importantes de este país y una de las autoridades internacionales más reconocidas en el estudio de los cocodrilos en vida silvestre, jobabense que apostó desde el inicio por preservar los valores de una especie que el mismo considera “el ingeniero de los esteros´´, el cocodrilo acutus.
Además de la capacidad de Manolito de liderar ese empeño por hacer de Monte Cabaniguán una de las Áreas Protegidas más importantes de Cuba y toda América, pudo sumar a un buen grupo de científicos locales, que se fueron superando y conocen al detalle cada rincón de esas más de 14 mil hectáreas de pantanos, manglares, bosques y sabanas, incluso, su hija Yairén Alonso es una de las más empeñadas en ese equipo al que él mismo bautizó como todólogos por sus capacidades de hacer de todo.
Allí se ejecutan más de una decena de proyectos dirigidos a potenciar el estudio de los diferentes ecosistemas, con énfasis en las zonas de sabana y bosques y el medio acuático, los cuales albergan una de las mayores poblaciones del amenazado carpintero churroso, el catey, la iguana y el cocodrilo acutus.

Darle vida al manglar para proteger el cocodrilo…
Con el propósito de atenuar los efectos del cambio climático y preservar la biodiversidad, al sur de Jobabo se trabaja en la reforestación de los 188 kilómetros de costa pertenecientes al municipio y que en su mayoría están cubiertos con distintas especies de mangles.
El programa de rehabilitación forestal que ejecuta la unidad administrativa del Área protegida Monte Cabaniguán implica el repoblamiento de las áreas más afectadas con mangle rojo y yana, y en el caso de la sabana, con palmáceas, poblaciones que también pueden insertarse en las fajas hidrorreguladoras.
El Monte Cabaniguán forma parte del Delta del Cauto, un humedal reconocido a nivel internacional, al que se le concedió la categoría Ramsar, hoy constituye uno de los polos científicos más importantes del país, ya con estudios avanzados de diversas especies, principalmente de reptiles y aves.
«En sentido general la zona costera de Jobabo presenta un buen estado de conservación, pero se requiere de una intensa labor, sobre todo mantener la reforestación constante» insiste el biólogo Manuel López, encargado del Proyecto de Aves Acuáticas.
Entre los objetivos está aprovechar los manglares como barrera natural de protección ante las penetraciones del mar y el retroceso de la línea costera, además de que resguardan los suelos y las cuencas hidrográficas de la salinidad marina.
La sabana también tiene su programa de manejo
La reducción de plantas invasoras y la recuperación progresiva áreas de sabana que estaban prácticamente cubiertas de marabú han devuelto la majestuosidad a uno de los paisajes que comparte sitio con manglares y bosques dentro del Refugio de Fauna Monte Cabaniguán-Ojo de Agua.
Se trata de un programa de manejo implementado de manera permanente en el área protegida jobabense, con el fin de devolver a su estado natural los ecosistemas que habitan en la franja más auténtica que tiene el sitio, donde se pueden apreciar más de una veintena especies de palmas, cactus, reptiles y aves de significativo valor.
De acuerdo con la Máster en Ciencias Dairis Edgard, se ha tenido que acelerar la chapea para eliminar las invasoras, que incluyen otras tres especies de plantas además del marabú, y es la piña de ratón o maya como se conoce popularmente, una de las de mayor regeneración, que propina daños significativos a los diferentes hábitats.
Ciencia ciudadana, cuando la comunidad colabora
El estrecho vínculo con la comunidad de Zabalo y el encaminado trabajo educativo y de protección del medio ambiente, a través de actividades y círculos de interés, figuran entre los logros de científicos y promotores, quienes potencian la convivencia armónica hombre-naturaleza.
Círculos de Interés de Zabalo y Palo Seco tienen un significado estratégico para la concientización popular en el cuidado de la naturaleza y la sostenibilidad del área protegida jobabense.
El estudio de aves endémicas en la zona de sabanas y bosques es prioridad en la estación científica de Las Tunitas (Monte Cabaniguán)
Los paisajes de este sitio son tan variados que embrujan a quienes aman las buenas vistas de la naturaleza.