Las Tunas.- Con el mayor peso sobre los hombros del esfuerzo dirigido a salvar a la agroindustria azucarera cubana, y el desafío de continuar avanzando en medio de tantas carencias, la siembra de caña de frío se desplaza por su etapa cumbre.
Es entre septiembre y octubre cuando los tuneros deben sellar el grueso de las mil 897 hectáreas planificadas para el segundo semestre, de manera que para noviembre y diciembre solo resten aquellas con posibilidades de regadío.
Lo anterior implica trabajar todo el tiempo, día tras día, de la forma más productiva posible, a no ser que la falta de recursos y de humedad imponga intervalos parciales.
A la actual campaña los productores llegan luego de una temporada primaveral (primer semestre) en la que, si bien solo plantaron el 77 por ciento de las tres mil 818 hectáreas previstas, lograron, en cambio, superar en más de mil el área sellada en similar período del 2024.
Por supuesto que no es motivo para loas y aplausos, máxime cuando ninguna de las empresas cumplió su respectivo compromiso. Sin embargo, ese saldo revela un desempeño que genera expectativas, por cuanto demostró que sí se puede avanzar pese a la dureza del entorno.
Anima saber, además, que el aumento fue una obra colectiva de las cuatro entidades azucareras con asiento en el Balcón de Oriente: Majibacoa, 454,8 hectáreas; Antonio Guiteras, 446,6; Amancio Rodríguez, 94,4, y Colombia 59. De lo que se trata ahora es de consolidar posiciones y seguir avanzando por un período invernal que puede y debe ser cumplidor.
Tal probabilidad la dejó entrever Luis García Mercochines, coordinador de caña en el grupo Azcuba en Las Tunas, cuando señaló que, a la hora de rubricar el plan, cada empresa tuvo en cuenta las áreas más cercanas al ingenio, y las posibilidades de combustible, lubricante y grasas. Bajo esa premisa, Colombia se propone plantar 97,8 hectáreas; Amancio Rodríguez 143,8; Majibacoa 562,6 y Antonio Guiteras mil 92,5.
A esta misión estratégica cada unidad productora y cada empresa azucarera debe concederle máxima prioridad, y poner en función de ella todos los recursos materiales y el potencial humano posibles.
No basta con que unos cumplan y otros no. La provincia necesita que cada entidad garantice su propia plantación, que avance de tramo en tramo, pero de manera sostenida, sobre todo en suelo amanciero y “colombiano”, donde la producción cañera se encuentra en un estado crítico al caer casi a ras de tierra.