Jobabo.- La reducción drástica en la producción lechera, o más bien, de la entrega de leche, porque se conoce que el problema generado a partir de enero tiene que ver con los mecanismos comerciales y el pago del acarreo, no es motivo para que haya tanta inestabilidad en la calidad del producto que llega normado a las bodegas.
Las principales insatisfacciones de los consumidores, añejas y reiterativas, están enfocadas en un producto que, para esta fecha, no tiene por qué llegar aguado, y se sabe que llega así porque decenas de personas corroboran que «hierve, hierve… y no hace nata».
«En seca es cuando la leche está más concentrada, tiene mayor cantidad de grasa y densidad» dice un viejo ganadero que no comprende cómo es que se generan tantos problemas con este alimento sí hay tantas personas controlando la calidad.
Y sí, hay muchas personas en ese mundo de la comercialización de la leche pero casi ninguno tiene las condiciones ni los equipos (el Lactodensímetro) para comprobar la densidad. Comenzando por los productores y terminando en las bodegas, esta pequeña herramienta escasea y a ciencia cierta no se sabe quién le echa el agua a la leche.
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Lo que sí tiene respuesta, y pudiera decirse que hasta una justificación lógica, es la demora que en las últimas semanas ha tenido la llegada de la leche a algunas bodegas, pues la cantidad acopiad está por debajo de la demanda local, y hasta se ha tenido que traer una buena parte de la cabecera provincial para cubrir el déficit.
Datos estadísticos compilados por el sistema de la agricultura confirman que hasta la semana pasada no se superaban los dos mil litros diarios acarreados, una cifra bastante baja para lo que en esta fecha se llegaba a acopiar en las unidades productoras locales.