Pudiera parecer que pretendemos aburrirlos y que tenemos planes de aturdirlos y de atentar contra su paciencia y bienestar, pero les aseguro que no se trata de ninguna de esas cosas, sino de ayudarlos a comprender una realidad que nos golpea y que no estamos ajenos a ser sus victimas.
Como ustedes saben, el nuevo coronavirus se apoderó de nuestra tranquilidad y andar seguro por las calles, centros de trabajo y de todos los lugares donde frecuentábamos para desempeñarnos en la cotidianidad.
Ese panorama, por supuesto, conllevó a que tuviéramos que cambiar rutinas y hasta transformar estilos, las formas de saludarnos, y hasta de la manera de llegar la intimidad. Decirlo resulta demasiado fácil, comprenderlo y ejecutarlo, es lo difícil, porque resulta incómodo hacer un giro de ciento ochenta grados a aspectos que usted siempre los hizo de una manera, pero ahora tiene que hacerlo de otra.
Todos sabemos que la Covid-19 mata si no se atiende de inmediato, pero no todos hacen lo orientado para prevenir la grave pandemia que ha causado la muerte a miles de personas en el mundo, incluso en Cuba, donde ya se acumulan más de 77 defunciones.
A estas alturas, todavía se manifiestan indisciplinas sociales en nuestros barrios. Se juega fútbol y dominó, y hasta se injiere bebidas alcohólicas en grupos del mismo pico de la botella.
Así no se combate ninguna pandemia, y lo que hacemos es darle vía libre a esa posibilidad. Hay que ser responsables, ante todo. No se ha prohibido el consumo de bebidas, lo que debemos hacerlo de una manera prudente, sin la presencia tumultuosa de personas, ni del mismo recipiente, como se dice en buen cubano. La situación actual lo exige por sus vidas, las de sus seres queridos y por la de todos.