Las Tunas.- La insuficiente disponibilidad de herbicidas, fertilizantes y plaguicidas químicos mantiene en tensión a las áreas de cultivos varios en la provincia de Las Tunas, donde se impone la siembra de diferentes renglones con la aplicación de productos biológicos.
Esa es una realidad desde hace varios meses, acrecentada por las crisis económica y sanitaria relacionadas con la enfermedad Covid-19 y, frente a ella los productores de alimentos estatales y privados apelan al uso de alternativas agroecológicas.
El contexto se torna más complejo por la carencia de otros insumos materiales, la mala calidad de los suelos en los ocho municipios tuneros, el impacto de la intensa sequía que afecta al territorio y las pocas superficies que tienen cobertura de riego por máquinas.
Para aliviar dicha realidad, paulatinamente se incrementan las áreas dedicadas a las viandas y las hortalizas y se aúnan los esfuerzos de varias entidades para combatir, en esas zonas, las plagas y enfermedades que pudieran aparecer.
En ese empeño, las principales funciones recaen en los propios productores y en los trabajadores de los laboratorios de Sanidad Vegetal, encargados de proteger las plantaciones, además de los especialistas de la Empresa Labiofam y de los Centros de Reproducción de Entomófagos y Entomopatógenos (CREE).
En dichas instituciones de Las Tunas se reproducen insectos benéficos que controlan plagas de otras especies malignas, hongos antagónicos, Bacisave, Tricosave, Nicosave y Microrganismos eficientes, entre otros productos biológicos.
Igual de importante resulta el boletín que emite el Centro Meteorológico Provincial, dirigido a los campesinos, el cual contiene información sobre diferentes fenómenos y la posible influencia del clima en los cultivos o la aparición de hongos y enfermedades.