Después de ocho años de haber sido cerrada por contaminación, la apertura de la presa en El Lavado, lo cual se analiza por las autoridades competentes, sería la solución ideal para la falta de agua que padece la zona.
Sería bueno hacer un análisis bien documentado del impacto que ha tenido sobre la masa ganadera, la producción de alimentos y la economía en general de Jobabo, el cierre de este importante embalse, después del derrame de las piscinas de la mina de oro de San josé, allá por marzo de 2014.
Ahora que al parecer ya el agua está apta para su uso, las autoridades, como suele suceder con demasiada frecuencia por acá, esperan la decisión “de arriba”, pues es la Delegación provincial de Recursos hidráulicos la que le pondrá el cascabel al irrascible gato.
Debo significar que la presa no ha estado realmente cerrada ni uno de los más de 2 900 días que han transcurrido, que su agua ha sido utilizada para abrevar todo el ganado de sus alrededores, para regar los cultivares de esa zona que disponen de sistemas de riego y que la población pesca y consume sus tilapias y clarias, de manera ilegal pero impune.
Solo la zona que cubre el río aguas abajo y su sistema de canales ha sido privada de sus beneficios, con consecuencias realmente desastrosas pues han muerto cientos de vacas y terneros, sobre todo, además de que un gran número de usufructuarios de tierra abandonaron por la falta de agua y la afectación que produce la falta de su circulación en el manto freático.
En ocho años muy pocos productores han recibido alguna atención para mitigar estos efectos, falta un programa gubernamental para atender a los damnificados y solo a cuenta de enormes sacrificios se han mantenido los más tenaces y laboriosos.
Siendo optimistas, aún nos queda alrededor de un mes de sequía, la etapa más cruda. Esperamos con esperanza, valga la redundancia y la cacofonía, que se acabe de desatar este nefasto nudo gordiano o que aparezca un émulo de Alejandro, espada en mano, para cortarlo.
No esperamos de brazos cruzados los productores de la zona: hacemos todo lo que está a nuestro alcance para salvar nuestro ganado y llegar a la primavera en las mejores condiciones posibles, para cumplir los planes con el estado y garantizar alimentos al pueblo.
Una cosa sí que debemos tener clara todos los jobabenses, sobre todo quienes nos dirigen: sin la presa El Lavado no habrá nunca en Jobabo autosuficiencia alimentaria.