Las Tunas.- ¡Atención! Por aquí, mi vida…37,2. Refréscate, que ese es el calor de la olla de presión esa en que vienes.
Es poco más de las 2:00 de la tarde, como es natural en estos días el sol abrasa y abraza, literalmente. Pero Niurka Torres Rosa es toda energía, tal pareciera que el Astro Rey le “recarga las pilas”.
– Recuerda la temperatura… A ver, hay que hacer la profilaxis!…
El incesante ir y venir de autos la mantiene en permanente quehacer: termómetro infrarrojo en mano, tras saludar -las buenas tardes nunca faltan- toma la temperatura, indaga, orienta, aconseja y si es necesario, llama al médico… que está muy cerca atendiendo a una paciente con una herida en el pie.
Niurka cumple otra de las guardias de 24 horas en el punto de control sanitario en frontera ubicado en la comunidad El Yunque. Es voluntaria de la Cruz Roja; 15 años tiene en estos menesteres y constituye la segunda jefa del Grupo Especializado de Operaciones y Socorro (Geos), en Las Tunas. Aunque oficialmente consta en la nómina de los trabajadores de la Universidad de Ciencias Médicas, en específico en la Cátedra Militar, la labor en la Cruz Roja le apasiona y la llena de orgullo.
‟Estoy aquí desempeñando la tarea que se me asignó, con la mayor seriedad y cumpliendo las indicaciones que nos han dado. Apoyamos a Salud Pública en esta pesquisa muy intensa y con una profilaxis profunda para evitar la contaminación de nuestro pueblo y, por supuesto, cuidándonos nosotros y a nuestra familia, velando por todos.
‟Evaluamos a cada viajero. Los casos que necesiten de Salud, ahí está el médico, quien rápidamente los atiende y de requerir transporte aquí tenemos uno para el traslado a un Centro de Aislamiento. Todo, todo está organizado”, refiere Niurka en medio del incesante ajetreo.
El diálogo es breve, no hay tiempo para muchas preguntas, tampoco para darles respuesta.
Camiones pertenecientes al Sistema de la Agricultura, vehículos de Almacenes Universales, una familia que viaja desde Camagüey, un pequeño auto…, todos llegan en una vorágine que mantiene al equipo en permanente función. En las noches y madrugadas, comenta, ‟aunque la transportación es menor, aún hay personas que viajan con niños, embarazadas y realmente la indicación es: ¡Quédate en casa! ¡Quédate en casa!”. Su voz, es la voz de muchos en estos días, el eco de un reclamo de amor.
Y si algo bueno ha traído el SARS-CoV-2 -ahora mismo no se me ocurre otro mérito- es revelarnos tantos gestos de desprendimiento, tanta bondad humana, gente que cuida por el bien del otro y lo hace “con honor”. Ese desvelo anima a esta tunera, quien al ser interrogada por la disciplina de los transeúntes al llegar al punto de vigilancia epidemiológica, es clara y enfática: ‟ ¡A plenitud, conmigo hay que cumplir!”. Habla con convicción, no deja lugar a las dudas, tampoco al desánimo: ‟Tenemos que ser conscientes y velar por el bien de todos. Seguimos, seguimos con lo que está indicado”.
Veinte horas, ese es, más o menos, el tiempo que resta para que Niurka vuelva a casa con su familia, con Carlos David, su retoño de 10 años que la espera y quien al salir la despidió con otro reclamo de amor: “¡Mamá, mamá!, ¡Mamá, cuídate!”. Veinte horas… el tiempo suficiente para que esta mujer “enferma de cubanía” siga sumando granos de arena en una carrera por la vida.
“Tuve el honor de abrir la primera rotación de guardia, el 5 de abril. Y aquí estamos y estaremos hasta que sea necesario”, sentencia con resolución y allá va, el trabajo llama. Los carros llegan, se detienen y reinician la travesía; los despide: “¡Buen viaje. Cuídense y cuiden a la familia!”.
Como ella son muchos los que en estos días andan lejos del hogar, algunos a tiempo completo y en jornadas extendidas, otros van y vienen… todos cumplen con el deber y suman fuerzas en este cuidar a la humanidad.