La pesquisa de la Confederación Nacional de Transporte y el instituto MDA también ubicó este lunes al mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro con un 46,5 por ciento. Los votos válidos, que excluyen los en blanco y nulos, determinan el resultado del sufragio.
En las disputas para presidente y gobernador, el candidato que alcanza más del 50 por ciento de los votos válidos gana la consulta.
La investigación entrevistó a dos mil dos personas en persona entre el 14 y 16 de octubre, con un margen de error de 2,2 puntos porcentuales, para más o menos. El nivel de confianza es del 95 por ciento.
Teniendo en cuenta los votos totales, Lula, candidato presidencial del Partido de los Trabajadores, alcanza un 48,1 por ciento de las intenciones, contra un 41,8 de Bolsonaro, quien ambiciona reelegirse por el Partido Liberal.
Los que afirmaron no votar por ninguno de los aspirantes al poder y pretenden un sufragio en blanco o nulo suman seis por ciento y los indecisos un 4,1.
El Tribunal Superior Electoral confirmó que el expresidente ganó la primera vuelta electiva del 2 de octubre, con un 48,43 por ciento de los votos, frente a Bolsonaro, quien obtuvo un 43,20.
Ninguno de los postulantes logró en ese primer turno la mayoría absoluta de votos, es decir, más de la mitad de válidos (excluidos blancos y nulos), como establece el código brasileño para ser electo.
Los resultados de ese pleito frustraron las predicciones de las encuestas realizadas por firmas y consultoras sobre la preferencia del electorado nacional.
En el referendo presidencial, por ejemplo, los institutos Datafolha y de Inteligencia en Pesquisa y Consultoría Estratégica (IPEC) daban menos de 40 puntos porcentuales de los votos para Bolsonaro.
Igualmente señalaron la posibilidad de que Lula ganaría sin la necesidad de segunda vuelta, pero ambos fallaron.
En la evaluación de expertos, la cantidad de errores compromete la credibilidad de las empresas encuestadoras.
Para el doctor en ciencias políticas Leandro Gabiati, los institutos de investigación forman parte del proceso electoral y ayudan al elector a entender mejor en qué contexto va a votar, pero advierte que la baja asertividad obstaculiza el escenario electivo.