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Los papelitos y el “extra”

Legalmente, por normativas internas que regulan la forma de venta de combustibles (según las explicaciones que han dado aquí en diversos espacios de intercambio), los automóviles y maquinaria agrícola estatales no pueden habilitar, directamente en servicentros, combustibles comprado por una persona natural, es decir, que tiene que ser mediante la tarjeta que disponen adquirida para empresas, instituciones, organizaciones, etc.; visto desde ese enfoque de legalidad todo bien, pero ¿Dónde radica el problema y qué desencadena?

Para comprender el desenlace hay que hacer un poco de historia cotidiana, la del día a día en un contexto económico que, desde el enfoque y experiencias de lo local, porque hablaremos de Jobabo, resulta vital interpretar cada detalle.

Para nadie es un secreto que las asignaciones de combustibles a las organizaciones económicas no son, desde hace mucho tiempo, el real respaldo a sus operaciones de gestión, en muchos casos representa a lo sumo entre un 10-25% de su demanda mensual, y en otros casos transcurren meses completos sin asignaciones reales que le permitan extraer, a veces teniendo el combustible comprado en tarjeta, el producto físico.

Ello, desde el enfoque socioeconómico tiene un impacto complejo, incalculable en términos de operatividad de la economía municipal porque se traduce en tener que dejar de cumplir una serie de compromisos productivos y de servicios con el consiguiente costo en ingresos, salarios sin respaldo, prestaciones básicas a la población, y una larga cadena de puntos que definen el encargo u objeto social de una entidad.

Hace unos años recuerdo que ante la carencia de combustibles, por ejemplo, si se asignaba un 40% de la demanda, en la mayoría de los casos lo que se hacía era cumplir al 40% las tareas que implicaban gastos de combustibles, por ejemplo: las roturaciones de tierra, la atención cultural de los sembrados, los viajes en ómnibus, la distribución de agua a zonas de extrema sequía, la extracción de madera rolliza, la extracción de carbón vegetal, los viajes de las ambulancias… para servicios imprescindibles aparecían algunas alternativas que implicaban generalmente el apoyo de un sector a otro… Y en algunos casos esto último ha venido manteniéndose.

Pero al ser tan prolongado en el tiempo ese insuficiente respaldo o equilibrio demanda/asignaciones aparecieron más alternativas, bien se sabe que la creatividad es característica inseparable del cubano. Y fue de esa manera que para el cumplimiento de muchas actividades del encargo organizacional comenzaron, por iniciativas propias de choferes, administrativos, y por qué no, de beneficiarios de esos servicios, a suplir los porcentajes de las no asignaciones con combustibles comprados por ellos mismos al precio de venta liberado.

De esta manera ha funcionado en más de un 60% el entorno agropecuario en los últimos dos años, y a pesar de las irregularidades y disyuntivas momentáneas, ha funcionado con voluntariedad, seriedad y responsabilidad. Para que se entienda mejor: la mayoría de las acciones que se ejecutan en la roturación de tierras en las cooperativas, el funcionamiento de los sistemas de riego no eléctrico, el traslado de mercancías (insumos y alimentos), el tiro de agua para el ganado… se hace con combustible adquirido en servicentros por la forma de venta a personas naturales, es decir, que no es por las tarjetas respaldadas a las formas empresariales.

Dirán: si se hace de esta forma y hasta cierto punto funciona, con la propia anuencia de los que ejecutan las actividades económicas-productivas y de servicios ¿Cuál es el problema entonces? 

Pues, que no todo es color de rosas, y un bien alternativo tiene “solapado” un mal que algunos llaman necesario. Y es que al no poder habilitar un vehículo o maquinaria agrícola estatal o de una cooperativa directamente en el servicentro cuando se compra el combustible de esa forma, se traduce en que tengan que darle, la mayoría de las veces, un “plus” a un tenedor de vehículo particular para que le extraiga el combustible de la bomba y luego se lo transfiera.

Es decir, que cuando se da un papelito (autorizo del gobierno local), para poder comprar 20 o 30 litros de diésel, a un presidente de cooperativa para traer mercancías los sábados de feria o a un campesino (de los que no tienen tractor o automóvil) para que riegue su pedazo de tierra, en esa cifra necesariamente van los cinco o 10 litros que tienen que soltarle a un particular, de lo contrario no pueden extraer el combustible y de nada vale la iniciativa, el dinero y el autorizo. Muy pocas veces aparece alguien que hace la extracción “de favor”, que lógicamente hay que darle algo también por el movimiento, generándose un gasto innecesario o una fuga excesiva de combustibles.

Y hablo del sector agropecuario porque es en el que más se aprecia el costo de una prohibición que, reitero, tiene su esencia legal con determinada lógica regulatoria si las asignaciones respaldaran el plan, pero en la práctica resulta una traba en el actual contexto socioeconómico en que se gestiona la producción y los servicios en la localidad. En otros casos fuera de la agricultura también se ha visto este problema, pero con menos ruido.

Ya he pedido la cuenta de las veces que presidentes de cooperativas y representantes en la base del sector agropecuario han abordado el asunto pidiendo un cambio de esa condicionalidad que los afecta. Hasta el momento, incluso con flexibilizaciones momentáneas, no se define una solución, aún cuando este problema puede generar más desvíos, ilegalidades y corrupción entorno a los combustibles.

Al menos merece una mirada desde la perspectiva optimista de un cambio solucionador. No resulta para nada grato tener que recibir papelitos ¨a partes¨ cuando el más necesitado puede obtener la cantidad completa para producir sin la interferencia de un intermediario en busca de ese “extra” que “no se sabe” donde va a parar.

 

Yaidel M. Rodríguez Castro
Yaidel M. Rodríguez Castro
Máster en Ciencias de la Comunicación. Licenciado en Educación. Periodista en Radio Cabaniguán desde 2010 y editor de la página web Radio Cabaniguán. Atiende los temas relacionados con la Agricultura, Producción de Alimentos, Economía y Desarrollo Local.

3 COMENTARIOS

  1. En la vida real, y se sabe, que con el combustible hay un negocio grande y redondo que moja a unos cuantos, desde que sale hasta que llega. Y siempre el burocratismo… Fijate que una vez liberaron, y fui yo mismo a buscar un papelito para una planta, y el guardia no me dejo ni entrar, diciendo que solo había para tarjetas, mande a mi hermana y ahí si la atendió muy sonriente, pero como era viernes ya por la tarde no daban papelito y se iban temprano, eso le dijeron, que como venía el fin de semana que fuera el lunes temprano, el lunes fui yo, y me dijo de nuevo el guardia que ya no había. Ahora, la pregunta es… Cómo y cuándo se acabó? Si se suponía que era fin de semana y no atendían a las personas ni daban papelito 🤷‍♂️….

  2. Hay cosas que no dependen del bloqueo sino de mentes bloqueadas que lamentablemente están ahí inamovibles y le causan un daño a las economías locales de proporciones bíblicas. En los últimos días escuché una frase refiriéndose a un funcionario de un municipio que no es Jobabo para aclarar… “tal cantidad decido yo y la otra mitad el Intendente”. A raíz de la aprobación de la nueva constitución el Intendente del municipio viene siendo ese funcionario que en ocasiones pienso que tiene más poder de decisión que el propio Presidente de la Asamblea elegido por nuestros representantes 🤦‍♂️.
    El combustible es algo que según entiendo lo autoriza este funcionario.
    Desde hace años el campesinado ha estado pasando trabajo y teniendo que sobornar a personas para poder acceder a un poco de combustible que en ocasiones La cantidad es insignificante para las tierras que necesita roturar o regar. Esto es algo que todo el mundo sabe que supongo que solamente sea ajeno para los marcianos que no hayan visitado esta tierra. Entonces es cuando usted saca sus propias conclusiones y se cuestiona si es verdad que la producción de alimentos es una prioridad en este país.¿Cuál es la normativa que impide que un campesino con el famoso papelito puede echar 20 litros de combustible en un recipiente? ¿Decisión de quién? ¿Dónde está el estudio que asegura que desde que se implementó “el papelito” la economía anda mejor y el control también? Quién se encarga en el municipio de verificar que las entradas se correspondan con “los papelitos”. Porque como está el ordenamiento político y administrativo de los municipios actualmente supongo que sea un Fiscal. Pero lo cierto es que el combustible parece que se evapora como el agua porque personalmente cuando he necesitado lo único que he tenido que hacer es abrir la billetera y buscar un carro donde echarlo y eso lo único que demuestra es el descontrol que hay con los recursos del estado destinados al funcionamiento de la economía.
    Y esos funcionarios que mencioné arriba deberían de encargarse del control de esos recursos porque se puso en ello una confianza demasiado grande para mi gusto y deben de ser consecuentes con ella. No encargarse solamente de firmar el papelito sino también de encargar a algún equipo de trabajo que verifique los inventarios. Que las ventas se correspondan con sus autorizaciones, que los flujómetros estén verificados por Normalización y que además esta entidad le certifique cuál es el índice de desviación y con esos datos sacar cuentas.
    Creo que se deberían implementar controles para que el combustible llegue a los campesinos sin que estos tengan que estar sobornando a la gente puesto que es un mal que se viene arrastrando desde hace muchos años y es hora de ponerle coto al asunto.
    La producción y los servicios lo necesita con urgencia. La historia no perdona y las estadísticas tampoco.

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