Existen dos versiones fundamentales de los sucesos del 25 de marzo de 1917 en lo que hoy se conoce como La Punta, y que, para esa fecha, era un área completamente despoblada y conocida como El Jigüe. El de la masacre motivada por motivos políticos-revanchistas, y el de un crimen racista acompañado del típico matonismo de entonces para adueñarse de los bienes de una comunidad.
Transcurría apenas la primera década de la formación de Jobabo, un pueblo pequeño, asentado sobre los cimientos de la industria azucarera, formado por migrantes de diversas nacionalidades… en un contexto nacional complejo marcado por una situación política en crisis y una guerra civil, a la que este rincón de Cuba no quedó ajeno: la popularmente conocida Guerrita de la Chambelona.
Este suceso en particular, según las referencias históricas tuvo aquí varios escenarios, desde una especie de huelga levantamiento en el que el central azucarero fue sitiado, hasta el linchamiento del alcalde del pueblo al ser lanzado a los molinos del ingenio, con la posterior ocupación del poblado por las tropas gubernamentales y algunas escaramuzas entre partidarios de José Miguel Gómez y Menocal.
Sin embargo, el más triste acontecimiento fue la masacre del Jigüe, celebre asesinato en masa de un grupo de jamaicanos por el capitán Cadenas, cuyo nombre de pila en algunos textos aparece como Julio Cadenas y en otros como Enrique Cadenas, el cual era entonces jefe militar de la zona de Camagüey y Las Tunas.
El relato más diseminado es el de 37 personas que fueron convocados por el militar y su tropa para el jigüe con el pretexto de hacerles una fotografía, pero en el instante de reunirlos, uno de los individuos alegó ir a ponerse una corbata para salir más elegante en la instantánea, y salió del lugar, lo cual le salvó del inmediato ametrallamiento que sufrieron sus otros 36 coterráneos.
Las conclusiones posteriores del análisis de este hecho encajan en la similitud que pudiera tener una de las ametralladoras de la época, tapada con un paño blanco, con las cámaras fotográficas de esa etapa, esos clásicos cajones.
El asesinato, no pasó desapercibido, acaparó la reacción de la comunidad británica y generó una serie de conflictos diplomáticos que terminaron en una indemnización por parte del gobierno cubano de la época a la comunidad jamaicana. Fue relevante, sobre todo, por considerarse un acto de extremo racismo, del cual se especulaba que se trataba de una forma que empleaban los militares para apoderarse de los bienes y joyas de los trabajadores jamaicanos.
Aunque la posterior demanda británica tuvo su efecto en el ámbito político cubano, no existen evidencias que el Capitán Cadenas fuera juzgado por el hecho, dejando un vacío legal propio de la época en los acontecimientos que como este fue protagonista, pues se habla de otros asesinatos selectivos el cuatro de abril, también implicando a personas de color.
Si bien este hecho es ampliamente conocido en la historiografía local, no fue hasta 2021 que se remueven los cimientos del suceso al encontrarse decenas de restos humanos en el área de La Punta, los cuales hasta hoy se mantiene en investigación para el esclarecimiento histórico del suceso.
La masacre del Jigüe es en sí uno de los desmanes de principios del siglo XX, de una republica forjada en la intriga y el matonismo, el cual todavía no se ha logrado que tenga su lugar referencial en la historia de Cuba como un suceso trascendental.
Referencias:
Monografía de la Historia Local
Compendio de textos de la historia provincial de Las Tunas
Testimonios orales de pobladores e historiadores