La mortalidad bovina continúa siendo un puntillazo en la nuca para el sector pecuario jobabense, repitiéndose una alta incidencia en el primer trimestre de 2024 con mil 215 defunciones, de ellos 451 crías, mucho más del doble que los nacimientos que se certificaron entre enero y marzo.
Tales cifras se traducen en un incremento significativo del promedio mensual de mortalidad comparando la arrancada de este año con el calendario anterior, además de una tendencia al crecimiento si se toma como referencia marzo al aportar 460 muertes, casi la mitad del acumulado de los dos meses anteriores.
Especialistas del sector pecuario estiman que de mantenerse la mortalidad a este ritmo y no adoptarse medidas concretas que se inclinen hacia las causas y condiciones en el manejo ganadero que provocan tantas defunciones, los números podrían elevarse al concluir 2024 alrededor de un 20%, lo que representaría una reducción mucho más drástica de la ya deprimida masa bovina en Jobabo, sin contar con los sacrificios legales e ilegales, los robos, los faltantes…
De acuerdo con los informes oficiales, las principales causas de tan elevada mortalidad del ganado están asociadas a las malas condiciones de manejo, sobre todo por la desnutrición ante la falta de alimento en el periodo de sequía, las limitaciones de acceso al agua, los problemas gastrointestinales por la ingesta de plantas inadecuadas para el consumo que proliferan en las áreas de pastoreo, la ausencia de medicamentos básicos para el tratamiento de enfermedades comunes, y la accidentalidad en los traslados.
Si bien se generaliza en las responsabilidades de los tenedores y propietarios, es relevante el impacto que tiene en el sector pecuario la falta de recursos e insumos para proyectar un adecuado manejo de la masa, y una desproporcionada asignación de estos desde el propio sistema de la agricultura quedando la parte pecuaria en desventaja frente a la agrícola.
Aunque el problema es recurrente, y amenaza no solo con disminuir progresivamente el rebaño total del municipio en una escala mucho mayor que en 2023, los análisis generales se centran fundamentalmente en los componentes productivos de la leche y la carne, y no se da una mirada, con una óptica constructiva, a lo que representa la mortalidad vacuna, incluso para el referido planeamiento local de los referidos renglones a corto, mediano y largo plazo.
2023 registró el índice más alto de mortalidad bovina de la última década con tres mil 978 defunciones, prácticamente el doble de lo que se contabilizó al cierre de cada calendario en Jobabo desde 2013 hasta diciembre pasado, excepto en 2020 que había sido el año más complicado para este indicador de la ganadería según las estadísticas del sistema de la agricultura en el municipio.
Esta subida en las muertes el calendario anterior se tradujo en una reducción del 12.71% de la masa total, que junto a otros indicadores como el hurto y sacrificio ilegal y los animales llevados a matadero simplificaron el rebaño a 26 mil 705, la cantidad más baja de reses que ha tenido este territorio desde que se compilan los datos de control pecuario.