Si la disciplina es la capacidad del individuo para practicar principios de orden y constancia, en el campo de la moral o en el de los oficios, la indisciplina, al contrario, será la incapacidad del individuo para dominar sus impulsos y adecuarse al conjunto de normas y preceptos necesarios para la integración social o laboral.
Tal es así que, en cualquiera de las acciones o actividades que realizamos los seres humanos, tiene que existir disciplina para el mejor desarrollo y funcionamiento de cualquiera de los procesos que se ejecuten, sea individual o de forma colectiva.
Entonces, no existen razones para que alguien en contraposición a las regulaciones y las normas establecidas viole al libre albedrío, tanto precios, como tarifas y procedimientos en determinados sectores como es el del transporte.
Y no solo en lo referido al transporte, sino en otros ámbitos como en la misma actuación nuestra en las calles o establecimientos de prestación de servicios o en el comportamiento diario, sea en las noches o por el día.
En los últimos meses en Jobabo se ha desatado un sinnúmero de indisciplinas que van desde la música alta en los establecimientos administrados por trabajadores cuenta propia, hasta el bullicio en esos mismos establecimientos de las personas que acuden a esos sitios a ingerir bebidas alcohólicas.
No escapan a esas violaciones los conductores de bici taxis, también con música estridente en las calles y en los repartos cuando van a llevar a esas mismas personas que estuvieron disfrutando y vociferando en los establecimientos particulares.
Y qué decir de los menores de edad que a altas horas de la noche o de la madrugada pululan por la calles, a veces en la ingestión de bebidas alcohólicas, los mismo hembras que varones, sin el control de los padres. Ello también constituye una indisciplina pero al mismo tiempo es un riesgo para su salud mental.
De lo que si estamos todos seguros, es que hay que ponerle freno de inmediato a todas esas conductas que afectan a la sociedad y de manera especial a los de menores ingresos en el caso de las violaciones de precio y a las personas enfermas y ancianos con la música alta, y por supuesto, y muy importante, a los menores de edad y adolescentes.