El entorno socioeconómico en el que se mueve la actividad comercial después del ordenamiento monetario hizo que transformaran de tajo prácticamente todas las posibilidades de abastecimiento con las que se gestionaban anteriormente las unidades locales de la Empresa de Comercio y Gastronomía. Ahora, en este contexto todo es autogestión, acota Walfrido Gamboa, director de esta entidad que tiene a cargo de casi la mitad de la generación de aportaciones presupuestarias para el gasto público en Jobabo.
-Son las Unidades Empresariales de Base, las que deben buscar alternativas contractuales con otros actores económicos y empresas para buscar esos surtidos que demanda la población- insistió.

El mayor problema en que esa forma de autonomía de gestión no siempre se interpreta correctamente y hay una tendencia a que se cometan errores tanto en la propia gestión como en los servicios que se ofrecen a la población, insiste Juan José Segura, subdirector de la referida entidad, quién tiene a cargo la actividad de Ciencia y Técnica.
-Para que todo funcione no solo se necesita que nuestros administradores y directores aprendan a autogestionar, porque todo cambio a como se hacía antes, también se necesitan recursos que hoy no tenemos, como transporte, insumos…- precisa.
UEB adentro, una mirada de confianza

Conocedores del asunto como Pastora Cutiño, directora de la Unidad Empresarial de Base El Quisco, sabe muy bien que es factible hacer cosas sin necesidad de pasar por la gestión de la empresa, de hecho, está fue una de las pocas unidades que concluyó 2022 con buenos resultados económicos a pesar que tuvo sus altibajos.
-Lo que más nos limita es el transporte, porque cada día se encarece más poder llegar hasta los suministradores, pero si se puede, es una cuestión de enlaces, de generar relaciones comerciales con entidades que hasta hace poco nosotros no habíamos podido acceder, incluyendo el sector privado- refiere.

-Nosotros aquí mantenemos ofertas que antes nos eran imposibles, lo que por supuesto, los precios hay que formarlos a partir de un costo bastante alto y eso lo percibe el consumidor al final-, dijo.
Estratégicamente Comercio y Gastronomía tiene un encargo no visible por el cliente, y son esos montos financieros que rondan los 70 millones de pesos que deben aportar por diferentes conceptos cada calendario, que se ven comprometidos por los márgenes comerciales tan estrechos que se dan entre costos y precios.
¿Cuáles son las estrategias?
-Tenemos que vender más, es un hecho, pero al mismo tiempo no podemos aplicar las mismas recetas que los privados. Es por ello que hacemos módulos de comidas o menús completos, y ahí le vamos dando salida a productos menos atractivos, lo que si es necesario revisar para no hacerlo de una manera que afecte al cliente – dice el administrador de El Parque, la primera UEB creada en Comercio y Gastronomía hace dos años.
La aceptación de eta estrategia tiene que ir acompañada con una coherencia y tener otros beneficios al consumidor, tal vez en el propio precio, porque lo cierto es que no gosa de toda la popularidad, dado que se han cometido excesos en este sentido.

-Usted no puede obligar al cliente a consumir un producto o un servicio que no necesita o no quiere, o simplemente no le alcanza el dinero para tomarlo. Eso de los módulos puede hacerse pero con cordura- manifiesta Antonio Rodríguez.
Bajo este principio de protección al consumidor y atendiendo que la estrategia comercial tiene que ser equilibrada con variedades de propuestas, desde la dirección de la empresa se impulsan no sólo acciones de control sino oportunidades que van desde la propia capacitación y asesoría, hasta la evaluación fiable de los diferentes procesos.