Tierras que parecían improductivas hace una década se han convertido en un oasis agrícola dentro de una zona cañera regalada a la ganadería. Se trata de la finca de Vladimir Limonta, un entusiasta productor que aliándose a la innovación y en plena apuesta por la ciencia puesta al servicio de la agricultura ha cambiado el panorama de lo que antes era un callo de marabú a un costado del asentamiento rural jobabense de Dos Hermanos.
El mayor reto de Vladimir es subsistir como agricultor en una cooperativa netamente ganadera, pues la atención que se le presta no es ni priorizada ni coherente como en otras formas productivas dedicadas a los cultivos varios. Y como refleja el campesino, las visitas no pasan del río para acá. .
Para este campesino el Proyecto Pial ha sido una bendición, no solo por el apoyo con algunos recursos sino por la cantidad de conocimientos que propician los especialistas y otros campesinos integrados al programa.
El trabajo duro, la rutina diaria, el vivir en una zona aislada y las complejidades que se derivan de la carencia de recursos, la atención de la cooperativa y la propia estrategia personal, no doblegan a Vladimir Limonta, más bien provoca un mayor deseo de sentir que ese pedazo de tierra puede rendir más.