Las colas son incontrolables, ninguno de los grupos que se han creado aquí para organizarlas han podido detener en su totalidad las aglomeraciones, las ofensas entre la gente irritada, que unos y otros se cuelen en las filas, que compren casi siempre las mismas personas, que haya una equidad palpable en el acceso a los productos (principalmente pollo, aceite, aseo), y mucho menos demostrar con sagacidad que esa es la solución ante este fenómeno… Sencillamente se están tirando balas al aire.
Y eso en esencia es lo que sale de la mayoría de las opiniones de quienes tienen que salir de sus puestos de trabajo a ponerse en una fila, pasarse todo el día con la esperanza de poder comprar, y virar la mayoría de las veces a casa, con la decepción de llevar las manos vacías.
-O haces cola o trabajas-, con ello se desencadenan una serie de problemas que repercuten mucho más allá de la alimentación, afectan la economía local, influyen en el bienestar de la mayor parte de la población y generan más cuestionamientos a la gestión administrativa del municipio que en otros tiempos, pues, sin duda alguna se afectan los procesos productivos de las entidades, y se crea incertidumbre y estrés entre la población.
También ese -sálvese quien pueda- afecta a los ancianos jobabenses, que ni están en condiciones de pasarse el día en una cola ni asimilan mentalmente adentrarse en esos tumultos.
Las últimas dos semanas se han tornado mucho más complicadas, debido, precisamente, a la incapacidad de gestión equilibrada del acceso a esos demandados productos de primera necesidad. Persisten las opiniones de que siguen siendo los mismos los que compran, que muchos marcan para varias personas, que continúan colándose sin encontrar un accionar efectivo del grupo, que las personas del campo ni siquiera se enteran cuando viene un producto… son incontables las razones que dejan claro que este mecanismo no se está ajustando a la realidad jobabense.
Si es evidente que no funciona de esta manera, porque la propia gente lo está diciendo, ¿Qué hacer entonces para resolver el problema o por lo menos, no acrecentarlo?
Ahí es donde entra a desempeñar la libreta de abastecimiento, el mejor mecanismo de control que pusiera emplearse masivamente sin recurrir a inventos no probados ni seguir hurgando en más alternativas, que a veces solo sirven de alivio ocasional.
En los meses complicados de la COVID-19 en el país, Jobabo implementó la alternativa de la venta del pollo, aceite y aseo a través de la libreta (a pesar de la renuencia de una pequeña parte que prefería el desorden porque siempre se favorecía), y no fue perfecto, como es lógico, pero funcionó para que se evitaran esas colas de días y noches en espera de cualquier producto, dio la posibilidad de más transparencia en la cantidad de lo que se surtía y evitó esas tantas indisciplinas que hoy los Grupos que organizan las colas no han podido controlar.
Retomar esta práctica, perfeccionándola para que haya más equidad, no va a afectar económicamente a ninguna de las cadenas en CUC que hoy operan en Jobabo, y sí traería un alivio en todos los sentidos, pues solamente estarían en cola las personas que les corresponde comprar por su núcleo, llegaría el pollo y el aceite a las casas que desde hace par de meses no han visto estos productos, y se podrían liberar de esas funciones de organizadores a muchos directivos y funcionarios de entidades y organizaciones claves que por lógica no pueden realizar sus funciones por las cuales les pagan.
¿Qué podría hacerse para hacer más equitativa la distribución por la libreta de abastecimiento? Equilibrar la cantidad de unidades que se venden de un producto en correspondencia con el número de personas que tiene un núcleo, incluso, respetar los núcleos compartidos que hoy muy bien registrado tienen las bodegas jobabenses. Y por qué no, también tener en cuenta a personas de otras localidades y provincias que viven aquí pero no han traído su censo.
Hay un dicharacho popular que dice -la peor gestión es la que no se hace-, y aquí, y en Cuba se ha demostrado que cuando hay voluntad, todo lo que beneficie a la población es posible hacerlo, siempre que esté dentro de las facultades lógicas de las instituciones. Entonces, ¿No creen mejor organizar la distribución de los productos, que agotar los esfuerzos alineando colas incontrolables y velando quién repite?