Jobabo se ubica como el cuarto municipio más seco de la provincia de Las Tunas, con un preocupante 44% del promedio histórico de lluvias en lo que va de año y una desigual distribución de las lluvias en tood el territorio.
Según datos meteorológicos, hasta la fecha solo han precipitado 272 milímetros (mm), frente a los 624 mm que se registraban históricamente en este período. La marcada disminución refleja una sequía acumulada que agrava la situación en la región.
Uno de los meses más críticos fue julio, tradicionalmente lluvioso, donde cayeron apenas 46 mm de los 74 mm esperados. Este déficit hídrico no solo altera los ciclos naturales, sino que profundiza las afectaciones en sectores clave como la agricultura y el abastecimiento de agua, y provoca que más de 80 comunidades dependen actualmente del suministro mediante pipas, evidenciando la crisis en el acceso al vital líquido.
El impacto socioeconómico es palpable, pero el mayor daño se concentra en el medio ambiente con la degradación del manto freático, la reducción de las cuencas fluviales y el avance de la aridez en zonas vulnerables que amenazan con consecuencias a largo plazo, condiciones que limitan la recuperación de los suelos y aumentan la vulnerabilidad ante eventos climáticos extremos.
Aunque el gobierno local ha implementado medidas organizativas para mitigar los efectos de la sequía, las soluciones definitivas requieren inversiones sustanciales en infraestructura hidráulica y tecnologías de gestión hídrica, sin ello, los efectos negativos persistirán e incluso podrían intensificarse.