¿Quién dijo que todo estaba perdido y que ya no quedan ganas para seguir la lucha de más de medio siglo? Es una interrogante que hacemos los que creemos que la Revolución no se ha perdido y que quedan millones dispuestos a mantener las conquistas y el prestigio de la nación en el plano nacional e internacional.
Todavía nos quedan los hospitales, carentes de medicamentos, pero están ahí y en ellos, sus médicos, enfermeros y técnicos, dispuestos, como siempre a prestar un mejor servicio pese a los inconvenientes y a las limitaciones de insumos e instrumentales.
Tampoco se han perdido las escuelas y sus maestros de vanguardia, que tampoco tienen un alto salario que les permita cubrir meridianamente las necesidades de un mes, y aún así, mantienen su vocación de servicio y su apego a la causa revolucionaria que los formó como hombres y mujeres de bien y dignos de una profesión enaltecedora y de respeto.
Que se cometen errores en la construcción de nuestro modelo socialista y de justicia social, es verdad, pero se rectifican y lo que no de resultado en su aplicación se cambia o se transforma. Que hubo traiciones, claro que las hubo desde el propio triunfo de la revolución y luego en medio de su desarrollo, no lo podemos negar y mucho menos, ocultarlo.
Que la economía está escuálida y que tenemos deudas con otros países, también es cierto, pero también verdad que no estamos cruzados de brazo como suelen afirmar los enemigos de la revolución y los mercenarios al servicio del imperio que se contentan de ver a un pueblo, incluso, su propio pueblo sufrir por la existencia del cruel bloqueo.
Sabemos que algunos no pudieron resistir y decidieron marcharse, otros sin embargo pasaron al bando de los que están del otro lado en busca de fortuna, pero que también arremeten contra su tierra y hasta piden a gritos que se caiga la revolución y por supuesto el socialismo y el comunismo.
Tenemos carencias, limitaciones, tenemos traidores en nuestras filas, tenemos mal agradecido y muchos, pero también tenemos a gente corajudas, gente linda, con los pies sobre la tierra, tenemos gente dispuestas a entregar su sangre para que Cuba no se derrumbe, tenemos gente que todos los días se levantan en busca de transformaciones para que al final, podamos todos, ver la luz al final del túnel.