Atrás quedarán sólo los recuerdos, algunos buenos y otros negativos pero recuerdos al fin. Dejamos un año en que tuvimos que reinventarnos para vencer los enormes obstáculos que nos impuso la vida en toda su magnitud.
Muchos, lo que quisieron y los que pudieron buscaron soluciones, otros sin embargo no están presentes en la matrícula porque decidieron emprender nuevos derroteros en busca, quizás de vivir diferente.
Los que estamos, seguimos dando la batalla en medio de la dificultades pero con la fortaleza que nos asiste y con la verdad por encima de cualquier obstáculo o carencia espiritual o material.
Despedimos 2023 con sentimientos encontrados porque a algunos les fue bien porque lograron lo que quisieron y necesitaron y otros porque no consiguieron cumplir sus sueños y quedaron abatidos por el tiempo y por el momento y con ausencia del aire que los pudo hacer respirar mejor y con paz.
Dejamos atrás esa etapa en la que la supervivencia fue nuestra fiel compañera y que nos dañó en el camino hacia la prosperidad, el consuelo, el bienestar, y aun así no nos tembló el carácter, tampoco los deseos para echar a volar nuestras ideas en busca de la paz y la alegría.
El olor a 2024 asoma, las metas asechan, los proyectos también palpitan en el raciocinio de los que pretenden subir la cuesta del mejoramiento humano, de los que no se conforman con lo logrado y aspiran a más, a convertir las derrotas en armas de amor para hacer crecer la vida y que tengamos mayores posibilidades para llegar y vencer, sabiendo que será también muy difícil conquistar la cúspide sin antes no haber vencido en el horizonte.
Nos enrumbamos hacia las conquistas de nuevas metas, con el compromiso de lograr las transformaciones que necesita nuestro entorno y así, garantizar el futuro a nuestros hijos y nietos.