Jobabo. – El 13 de agosto de 1926 la historia de Cuba paría a una figura cuya dimensión, hoy, después de muerto sus ideas, su pensamiento y su legado están más vigentes que nunca y en cada rincón hasta donde llegó la revolución que encausó e hizo triunfar: Fidel Castro Ruz.
Fidel se identificó con la doctrina moral, la lógica del pensar y la plena entrega de Martí al cumplimiento de sus objetivos revolucionarios. No reverenció al Maestro, por mucho que este le guiara a menudo, sino que a lo largo de su vida sostuvo un diálogo permanente con él.
No hay dudas de que el amor a la patria, el apego a los pobres de la tierra, la fe en el mejoramiento humano y en la utilidad de la virtud, son componentes esenciales de la personalidad de Fidel aprendidos e interiorizados desde Martí.
LOC: La obra del máximo líder de la revolución cubana, no solo se circunscribió a la nación y al pueblo que lo vio nacer y lo cobijó durante muchos años de vida, sino a otros países en los cuales sembró esperanzas, les llevó conocimientos, sabiduría y salud.
En esas lejanas tierras se abrieron paso revoluciones que tomaron el ejemplo de Fidel para defenderse de los improperios, de la maldad y de las angustias propiciadas por sus gobernantes con el mandato expreso de los Estados Unidos de América, enemigo común de los pueblos.
Los intentos de Fidel de luchar por vías legales contra la dictadura instaurada por Fulgencio Batista fracasaron y lo condujeron al convencimiento de que la única salida era la lucha armada.
Se organizó con otros grupos de jóvenes insurgentes y, el 26 de julio de 1953, intentaron el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Como es conocido, el asalto fracasó y varios de los insurgentes fueron apresados por el régimen de entonces.
Una vez liberado de la presión, Fidel finalmente se exila en México donde organiza la célula del movimiento 26 de julio para venir a Cuba junto a otros guerrilleros, con el fin de luchar, y obtener la independencia definitiva de la isla, a la que ya había dedicado algunos años, pero todavía no era libre.
Fueron años de tenaz batallar, de tropiezos, de traiciones, pero también de sacrificio y valentía, de arrojo y de altruismo, elementos que dieron al traste con el régimen de oprobio que imperaba y que sacudía la tranquilidad e intentaba poner de rodillas a los trabajadores y al pueblo en general.
En esta fecha, asistimos al cumpleaños 99 de Fidel, con la seguridad infinita de que, pese a su partida física, hoy vuelve a nacer para caminar juntos y ayudarnos a vencer los retos que imponen estos turbulentos tiempos en que es preciso, luchar, avanzar con nuestra capacidad de resistencia y sortear los obstáculos con la frente en alto y el poder de las ideas y del pensamiento que nos legó.