Desde el mismo triunfo revolucionario de 1959, incluso antes, algunos cubanos decidieron emigrar a los Estados Unidos en busca, quizás, de mejoras desde el punto de vista económico, mientras que otros, a los que se le expropiaron sus bienes de latifundios para ponerlos en manos del pueblo, también marcharon de la isla donde hicieron riquezas a costa del sacrificio y el esfuerzo de sus propios coterráneos.
Esos últimos, no soportaron la idea que traspasar sus propiedades a toda la sociedad para que respondieran a los intereses de la mayoría, y no, a nadie en particular como realmente sucedía.
Desde ese momento, han transcurrido sesenta y seis años y todavía los descendientes de aquella cúpula, hacen presión para que les desean devueltas las grandes extensiones de tierra y de otros bienes que ahora están a la disposición del pueblo a quienes responde el gobierno revolucionario de la isla.
De ahí parten muchas de las medidas coercitivas impuestas por las sucesivas administraciones norteamericanas presionadas por esos descendientes de cubanos que marcharon al exilio y que pretenden asfixiar a los cubanos y hacerlos rendir por hambre y necesidades, mas no lo han logrado y considero que nunca lo conseguirán.
Al cabo de 66 años, todavía los sucesivos gobiernos de los Estados Unidos no han entendido, o se hacen los tontos, que ninguna de sus presiones ha logrado cambiar ni uno solo de los principios que sustenta nuestra política, la soberanía o las bases que sustenta nuestro proyecto socialista y de justicia social para todos.
Entonces, por qué, siguen intentando desde el país norteño derrumbar la revolución e imponer acá un gobierno títere que responda sus decenios como en la época, en que en Cuba reinaban los representantes serviles al imperio.
Por qué no dejan vivir en paz a los cubanos que cada día se esfuerzan más para lograr al desarrollo que aspiramos, en medio de las fuertes restricciones que impone el imperio y que, sin dudas, hace mucho daño y causa sufrimiento a las familias de la isla.
Es hora de que el imperio cambie su política fallida hacia Cuba y que se construyan puentes de amor y de amistad pese a las diferencias y a la diversidad que rigen como sistema: el capitalismo o su fase superior; el imperialismo, y el socialismo; este último con amplias ventajas porque es justicia para todos, y el de ellos, solo para una minoría; los demás, sálvense como puedan.