La situación crítica de la ganadería en Jobabo ha encendido todas las alarmas entre especialistas y productores. Con una masa ganadera que apenas roza las 23 mil cabezas y una disminución anual superior al 6%, este sector vital para la economía municipal enfrenta su peor crisis en décadas. Durante un reciente encuentro entre técnicos, directivos y productores, se reveló que de continuar esta tendencia, el municipio podría perder más de la mitad de su rebaño en los próximos diez años, lo que significaría un golpe devastador para la seguridad alimentaria local y la economía familiar de cientos de campesinos.
Los números presentados pintan un panorama desolador. Oscar Martínez Domínguez, miembro del Buró Municipal del Partido, expuso cifras contundentes: “Tenemos 23.260 cabezas en total, pero en 2023 perdimos 4.088 animales. Lo más grave es la relación entre nacimientos y muertes: 3.327 nacimientos frente a 3.189 muertes en 2024, pero de esos nacimientos perdimos 952 crías”. Estas estadísticas revelan un sistema ganadero en franco deterioro, donde las pérdidas superan a los nuevos ingresos al rebaño, creando un déficit estructural imposible de compensar a corto plazo con los métodos tradicionales.
Frente a esta emergencia zootécnica, los expertos plantean una estrategia multidimensional que combine urgentemente mejoramiento genético, adaptación climática y transformación radical de las prácticas productivas. La introducción de razas bovinas más resistentes como el Siboney de Cuba y el Cebú adaptado aparece como solución prioritaria, aunque choca con la cruda realidad de los limitados recursos financieros disponibles. “Estas variedades podrían duplicar la productividad en nuestras condiciones, pero necesitamos inversión y tiempo para renovar el rebaño”, explicó Angel Expósito Suárez, director de la Empresa Agropecuaria local durante el intercambio.

El cambio climático agrava la crisis con sequías prolongadas que han diezmado los pastizales. Los especialistas insisten en medidas inmediatas como la siembra masiva de plantas proteicas resistentes (morera, king grass, leucaena) y la implementación de sistemas de silvopastoreo que combinen árboles, arbustos y pastos. “El pastoreo tradicional ya no es viable. Necesitamos estabulación parcial, rotación controlada de áreas y bancos de proteína que garanticen alimento durante los períodos secos”, argumentó el MSc. Domingo Álvarez, profesor del Politécnico “Manifiesto de Montecristi”, quien alertó sobre el avanzado proceso de degradación de los suelos.
¿Se puede hablar de crisis en la ganadería?
La crisis sanitaria emerge como otro eslabón crítico. Addabelis Zamora, responsable de sanidad animal en el municipio, denunció la escasez crónica de medicamentos veterinarios y la precariedad de los servicios: “No tenemos condiciones básicas para enfrentar las principales enfermedades. Los productores llegan con animales enfermos y no podemos ayudarlos”. Esta situación explica en parte el alto porcentaje de mortalidad neonatal, donde casi el 30% de las crías no supera los primeros meses de vida, un dato que hunde cualquier posibilidad de recuperación del rebaño.
Desde la base productiva, las críticas son aún más duras. Oliver Santiesteban, presidente de la CCS Luis Boris Yate, lanzó un duro alegato: “Llevamos años siendo el chivo expiatorio de todos los problemas, cuando somos los únicos que mantenemos algo de ganadería en pie. Nos exigen resultados pero no nos dan medicamentos, alimentos concentrados ni precios justos”. Su testimonio refleja el descontento generalizado entre los productores, quienes se sienten abandonados por las instituciones y acosados por regulaciones que, lejos de ayudar, obstaculizan su trabajo.
Ante este complejo escenario, algunas luces de esperanza provienen de las instituciones educativas. El Politécnico Agropecuario y el Centro Universitario Municipal (CUM) han intensificado sus programas de capacitación en genética animal, manejo reproductivo y técnicas de alimentación alternativa. “Estamos formando una nueva generación de técnicos y productores con mentalidad innovadora, pero necesitamos que la burocracia no les ate las manos cuando salgan al campo”, señaló una profesora del CUM durante los debates.
La solución, coinciden todos los actores, requiere romper con los esquemas tradicionales. Las UBPC y granjas estatales deben convertirse en verdaderos polos demostrativos, aplicando tecnologías accesibles como sistemas de riego eficiente, bancos de proteína y manejo intensivo. Paralelamente, se propone crear un fondo especial de emergencia ganadera que permita adquirir medicamentos, semen de calidad y equipos básicos. “No podemos seguir midiendo el éxito por cumplimiento de planes abstractos. La verdadera métrica debe ser cuántas vacas paren y cuántas crías sobreviven”, sentenció un productor veterano.
El tiempo apremia para Jobabo. Cada mes que pasa sin medidas efectivas significa cientos de cabezas perdidas y familias que abandonan la actividad ganadera. La experiencia de otros territorios muestra que cuando la masa ganadera cae por debajo de cierto umbral, se vuelve prácticamente imposible su recuperación. Los expertos insisten: sin ciencia aplicada, sin inversión estratégica y sin un cambio radical en la gestión institucional, la ganadería jobabense podría convertirse pronto en un recuerdo del pasado, llevándose consigo parte fundamental de la identidad y economía local.