Evitando el primer trago no hay un segundo, no hay un tercero, no hay un cuarto y no hay una borrachera.

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La vida a veces nos lleva por caminos insospechados, tenerlo todo, un hogar, una familia, y de pronto no tener nada. Para después, tocar fondo y entender que lo más importante es el hogar. Así lo siente Máximo, uno de los miembros de la Asociación de Alcohólicos Anónimos a través de su historia.

 

«Este tema me toca bien la fibra. ¿Por qué? Porque es la vivencia, el dolor de mi sufrimiento, de lo que me causó el alcohol. Yo empecé a beber bien temprano, a los 11 años empecé a beber, a consumir alcohol. Y luego me fui agravando y agravando, quiere decir que la enfermedad se fue fortaleciendo en mí y me fue atrapando hasta convertirme en un enfermo alcohólico. Eso llevó un proceso muy grande de años, donde el alcohol me llevó cuatro veces preso. Estuve cuatro veces preso por haber cometido delitos bajo la embriagues. Luego de haber salido de la última etapa de haber estado preso, yo vivía con mis dos hijas y mi esposa. Después de haber terminado de trabajar por las tardes, yo empezaba a beber y a mí se me olvidaba que había una familia que estaba esperando que yo llevara el sustento para el alimento ese día. ¿Y qué es lo que yo hacía? Me lo bebía con los alcohólicos, con los amigotes, entre comillas, que yo decía que eran amigos míos. Y al llegar a la casa yo le pedía comida a mi esposa y mi esposa simplemente me ponía un poquito de arroz blanco, que era lo que había conseguido, y un par de huevos hervidos, porque ni grasa tenía para hacerme la comida ese día. Y a partir de ahí comenzaban los problemas. Ya yo, al ver que me ponía ese plato de comida que no me gustaba, le daba una batida y le empezaba a dar golpe a mi esposa. Donde mis hijas, al ver que yo le estaba dando a mi esposa, mis hijas se ponían a favor de su mamá. Y entonces yo le daba golpe a mis hijas también, donde todos los días hacía lo mismo. Y al otro día por la mañana hacía un juramento que nunca lo cumplía. Le decía que no iba a beber más, que me disculparan. Y fue tanto, tanto el dolor que le causé a mis hijas y a mi esposa, que un día cuando fui a pedirle disculpas por la mañana, estaban todas golpeadas las tres. En donde hacía un juramento todos los días y nunca lo cumplía. Y llegó ese día de que la hija mía mayor me dijo, ahí tienes sus cuatro cosas que te quedan y puedes irte, a partir de ahora hágase de cuenta de que no tiene familia, no tiene hijo, no tiene esposa, no tiene nada». Expresa Máximo con la voz entrecortada, y una lágrima recorre sus mejillas.

El alcoholismo se apoderó tanto de Máximo que lo perdió todo, su hogar, familia y hasta pensó en quitarse la vida. «Y me casé con la soledad, donde me fui para un cuarto que tenía yo en casa de mi tía. Y ahí el alcoholismo se apoderó tanto de mí, que lo vendí todo lo que me quedaba allí. Inclusive vendí mi cama, que es el tesoro más grande que puede tener una persona para descansar. Y yo vendía hasta mi cama. Y un día después de haber llevado tres meses sin ver a mis hijas, yo las vi,  que venían caminando y dije yo hoy les voy a dar un beso a mis hijas. Y cuando se iban acercando y me vieron, dieron media vuelta y se fueron. Y aquello me dio un dolor tan grande que decidí ahorcarme. Me subí arriba a un camastrote que tenía en el cuarto y me puse un alambre al cuello y me acordé de una persona que me había transmitido el mensaje de Alcohólicos Anónimos y decidí ir a ver a esa persona que se le dice padrino».

Pero cuando piensas que todo está perdido, siempre hay una esperanza. «Cuando fui y hablé con mi padrino, mi padrino me dijo vamos al programa de Alcohólicos Anónimos. Cuando llego al programa de Alcohólicos Anónimos sin ropa, sin zapatos, sin familia, sin amigos, sin vecino y con el jefe del sector arriba de mí, me dicen que yo soy la persona más importante. Esta es la primera mentira que me dijeron. Yo importante, no sabía de la importancia. Que me estaban hablando y yo decía que una persona importante es el que tiene ropa, zapatos, una buena mujer, un carro, mucho dinero. Y para mí esto era la persona más importante y no sabía el significado que me estaban dando, ese mensaje que me estaban dando ese día cuando llego al programa de Alcohólicos Anónimos por decirme, usted es la persona más importante y era la persona, la importancia que tenía mi vida para con los demás. Y a partir de ahí me dijeron que yo, que un alcohólico es toda aquella persona que al ingerir alcohol le causa un continuo problema en cualquier aspecto de su vida, ya sea en lo social, en lo económico, como en lo familiar. Yo estaba enganchado por todo, por todos esos lados yo estaba enganchado. Donde me dieron un beso, un abrazo y me dieron la bienvenida, yo le dije a mi padrino que yo iba a estar tres meses por el programa de Alcohólicos Anónimos y después me iba para mi casa. Le cogí tanto amor, tanto, y vi que Alcohólicos Anónimos funciona».

Recuperar lo que dio por perdido llena de regocijo a Máximo quien lleva 21 años como miembro de la asociación de Alcohólicos Anónimos. «Recientemente el día 9 de mayo cumplí mi 21 años en el programa de Alcohólicos Anónimos y no es solamente eso, recuperé mis hijas, recuperé mi esposa, hice un hogar de aquel vertedero que tenía y tengo un millón de amigos. Entonces teniendo en cuenta de que mi vida Alcohólicos Anónimos me la cambió para no beber más. Hago un llamado a través de este mensaje, un mensaje de vida, un mensaje de corazón que le hace a un alcohólico que ha sufrido esta enfermedad. De que todo aquel que tenga síntomas, o sea, se sienta enfermo y no saben cuáles son los síntomas de la enfermedad de un alcohólico, decirle que sientan confianza. Necesito un trago más. Yo decía por la mañana cuando yo me levantaba con las temblorinas, dame un trago y me aliviaba las penas. ¿Qué hacía con eso? Que era el motor de arranque para empezar el día y empezaba a beber. ¿Cuál es el trago que me hacía daño? Yo decía cada vez que llego a la mitad de la botella, a mí se me olvidan las cosas. No sé qué hice ayer, no sé a quién le pedí dinero, no sé a quién le presté dinero y en Alcohólicos Anónimos me enseñaron que el primer trago es el que hace daño. Evitando el primer trago no hay un segundo, no hay un tercero, no hay un cuarto y no hay una borrachera. Por eso los invito, que si tienen problemas con su manera de beber, que busquen Alcohólicos Anónimos».

Si quieres seguir bebiendo es asunto tuyo, si quieres dejar de beber es asunto de nosotros. Busca ayuda y forma parte de la sociedad de Alcohólicos Anónimos, expresa Máximo a través de su historia.

Bárbara Sánchez Ramírez
Bárbara Sánchez Ramírez
Máster en Ciencias de la Educación. Licenciada en Geografía. Hace periodismo abordando temas de la salud, medio ambiente, indisciplinas sociales, quehacer de las industrias locales y gusta de las historias de vida.

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