La tierra fértil de los alejados parajes de Pozo Salado, al noreste de Jobabo, es testigo de una lucha constante. Yody Carreño, un hombre de manos curtidas y mirada perseverante, se ha especializado en el cultivo del arroz durante más de una década. Su historia es la de un esfuerzo anual, sin doblegarse, por extraerle mejores rendimientos a un terreno donde la sequía suele hacer de las suyas.
“Llevo ya varios años en el cultivo del arroz. Aparte de que soy ingeniero agrónomo, llevo años ya con experiencia en él”, afirma con la seguridad que da el conocimiento académico y la práctica diaria. Su doble condición de profesional y campesino se funde en cada surco.
Su preferencia por el grano blanco no es casual. “Me gusta porque siempre he tenido buenos resultados. Y no es mentira que da buenos resultados”, asegura. Pero más allá del beneficio personal, reconoce su importancia nacional: “Es un producto de alta demanda porque se necesita para el consumo cubano. Es como decimos: cuando no hay arroz en el plato, no hay comida”.
Su experiencia no nació de la nada. “He adquirido experiencia a través de varios ingenieros, varias personas muy calificadas en este cultivo, y siempre me ha dado buenos resultados”, relata, destacando el valor del conocimiento que ha recibido y que traspasa a otros campesinos de la zona, no solo en este cultivo, sino en otros que tradicionalmente se aprecian por esos lares.
Sin embargo, el camino está lleno de obstáculos: “Bueno, el principal obstáculo aquí es el agua”. La crudeza del clima actual no da tregua. Ha sido un año muy seco. Las presas no tienen volúmenes de agua, y es el principal obstáculo, porque estos suelos son buenos, tienen buen drenaje, tienen buenas características para esta siembra. Es el agua lo que nos frena”.
Aunque cuenta con un sistema de riego por aniego, este depende por completo de fuentes externas que hoy están secas. “Depende del Cayojo, depende de la presa de Palmarito, algún nivel de La Ceibita… porque no tienen agua ni para la población”, explica. La opción de un pozo no es viable: “No, aquí no hay pozos que den para eso”.
A pesar de la adversidad, la cosecha de este año tiene un salvavidas. “El corte lo garantizamos. Siempre hacemos contrato con la Empresa de Grano de Las Tunas”. Y añade: “Este corte lo voy a garantizar con ellos. Tengo hasta ahora garantizada la máquina con una productora muy buena, que fue la que me garantizó también la semilla”.
La semilla, un elemento crucial, es de alta calidad. “Es una semilla básica, una selección uno. Gracias a ella también hoy estamos sacando esta semilla, que es de alto rendimiento”, detalla.
Pero el rendimiento no depende solo de la semilla. “Aquí influye mucho el tema de urea, potasio… y eso también es escaso”. Sus expectativas son realistas: “Puede estar alrededor de las 3.5 o 4 toneladas por hectárea. Debe estar por ahí, no puedo aspirar a más con las condiciones actuales”.
Sin embargo, Yody ha demostrado que con los insumos adecuados, el potencial es mayor. “Nosotros hemos logrado hasta 6 toneladas por hectárea”, recuerda con orgullo. Esa meta se alcanza con una fórmula precisa: “Se aplicaban las 3 toneladas de urea por caballería, 2 toneladas de potasio por caballería, 3 pasos de fungicida, y estaban garantizados todos los insumos en su momento”.
Además de los insumos, el ciclo de siembra es fundamental. “Hemos notado que en el ciclo de frío tiene mayor rendimiento que en la etapa de primavera. Por lo menos yo lo he logrado así”, comparte desde su experiencia.
La posibilidad de dos cosechas anuales es un sueño lejano condicionado por un único factor: “Se pudieran hacer dos cosechas siempre que hubiera agua. Pero ahora la de primavera fue complicada. La de frío debe ser prácticamente imposible de hacer, depnde de la naturaleza”.
Su análisis es lógico, el cuello de botella es claro. “Si existiera la capacidad de agua, si hubiera agua, no había problema. Lo otro se garantizaba”. Su pasión por el arroz trasciende lo económico. “Me gusta porque es un cultivo que, cuando se le realizan todas las actividades, siempre se ve, siempre se logra la cosecha. No es tan exigente como otros cultivos”.
Y finaliza con una imagen casi poética de su labor: “Es un cultivo que tú lo miras y, cuando lo plantas, que lo miras, se ve. Es algo bonito. Y bueno, me agrada”. Aunque también siembra boniato, frijol y otros cultivos varios, es en el arroz donde Yody Carreño, asociado a la CCS Melanio Ortiz Uno y con vínculos con la granja militar de Ciruelito, ha encontrado su batalla y su mayor satisfacción.