En Jobabo, la agricultura urbana se ha erigido como una estrategia vital para fortalecer la seguridad alimentaria y la sostenibilidad local. Más allá de su función productiva, esta práctica fomenta la cohesión comunitaria, educa a las nuevas generaciones en valores medioambientales y aprovecha eficientemente terrenos ociosos, transformándolos en fuentes de alimentos frescos y saludables. Se convierte en un pilar para la autogestión y la resiliencia, ofreciendo una alternativa económica y un espacio de reconexión con la naturaleza en el entorno urbano, lo que la hace indispensable para el desarrollo integral del municipio.
No obstante, para que este potencial se despliegue plenamente, se hace evidente la necesidad de superar importantes desafíos. Faltan una organización centralizada y una estrategia clara que unifique y guíe los esfuerzos dispersos de los agricultores aficionados. El seguimiento técnico y la capacitación especializada son insuficientes, lo que limita los rendimientos y la diversificación de cultivos. Asimismo, la escasez de inversiones en infraestructura básica—como sistemas de riego eficientes, cercados y acceso a semillas de calidad—frena su escalabilidad. Por último, se requiere un apoyo institucional más decidido que agilice la gestión de los procesos, desde la entrega de tierras hasta la comercialización de los excedentes, integrando formalmente esta actividad en la planificación económica del territorio.

