El incidente de ayer en el mercado Las Tecas, uno de tantos que se han dado entre supervisores integrales y vendedores, precios por medio, tiene su causa fundamental en una alerta desatendida que se ha reiterado una y otra vez desde hace meses: la de no publicar los acuerdos del Comité de Concertación de Precios del municipio y buscar todas las vías posibles de comunicarlos a todas las partes implicadas, principalmente a la población, los consumidores de siempre.
Un malentendido con el costo de un producto, motivado en el lugar por un error humano, se convirtió en un molesto conflicto en el que los supervisores acudieron a la Policía para solucionarlo, mientras que todo argumento seguía girando alrededor de las consecuencias, se obvió, como es habitual, el principal problema: la causa, causa que, insisto, está en el deficiente componente comunicacional de un órgano decisorio que no puede seguir dándose el lujo de obviar los problemas que se generan a menudo entorno al desconocimiento de los precios minoristas del agro y las cuestiones de falta de credibilidad e imagen que generan sobre determinadas instituciones locales.
Independientemente que en este caso, y otros anteriores, no mediara una manera lo más profesional posible para resolver el conflicto, debido a que había presencia de decisores en el lugar con capacidad suficiente para no tener que acudir a la presencia policial, algo que corresponderá en algún momento analizar por parte de las autoridades correspondientes, lo curioso es que ninguno de los implicados traía “a la mano” el o los acuerdos del referido órgano con los últimos ajustes de precios minoristas vigentes.
Los supervisores integrales traían una versión digital de fecha 28 de febrero, y por supuesto, “de memoria” o anotados, los últimos ajustes de enmendadura a ese documento.
Un rato más tarde se pudo corroborar que tampoco en la sede de la Dirección de Supervisión Integral estaban los referidos acuerdos con el listado de precios del agro, sólo anotados. Por ahí va mal todo en cualquier coherencia con los intentos de aclarar un conflicto de tal índole, algo que por supuesto, no es responsabilidad directa de los supervisores que andan en el terreno.
Si por un lado se les exige actuar con rigor ante las alteraciones de precios ¿Cómo desde el propio organismo que lo exige, no se propicia que a ellos se les actualice constantemente con la documentación que les respalda su trabajo?
En algunos puntos de venta de la ciudad, intercambiando con los responsables, pudimos corroborar que no es una práctica habitual que se les comuniquen los listados de precios con los ajustes que van acordando en el comité de concertación, al menos no de manera oficial, y mucho menos saben si están publicados o no en algún medio o soporte. Lo más frecuente es que se enteren por la comunicación de los propios inspectores u otros vendedores.
En la sede del gobierno local, específicamente en la viceintendencia que asume el rol de conducir el Comité de Concertación de precios, lógicamente estaban los listados y los ajustes, algunos firmados y otros no, esos documentos engavetados o archivados no cumplen ningún rol social.
Si bien en el comité de concertación participan representantes de varios organismos e instituciones, una vez que concluya la sesión, lo válido no es anotar los precios en un papel e ir diciéndolos de kiosco en kiosco.
Es necesario, y lo legalmente correcto, que para exigir su cumplimiento, sean de conocimiento público, es decir, que hayan sido publicados en algún soporte al cual tengan acceso la ciudadanía.
Aunque en este caso de ayer, la cifra, el precio por el que exigían los supervisores integrales era el oficialmente aprobado en la ultima actualización de los listados concertados, y está bien que lo exigieran, es su responsabilidad, los frecuentes conflictos por el desconocimiento de los precios no es un problema de inspectores, ni vendedores ni de consumidores, sino de un Comité de Concertación que no ha asumido aún que sin comunicar sus decisiones los números que plasman solo generan desconcierto, incertidumbre, disgustos y conflictos.