A partir del 1º de enero alrededor de un tercio de las personas beneficiadas por el Sistema de Atención a la Familia (SAF) en Jobabo han dejado de asistir a los comedores donde se le brinda alimentación básica a un precio diferenciado. El impacto de los nuevos precios sacó a la luz un viejo problema: la calidad.
«En Jobabo contamos con una plantilla de 599 comensales de los cuales hoy están asistiendo de 300 a 410, y lo hacen relativamente, no todos van diariamente, unos lo hacen hoy, dejan de asistir mañana y así. La asistencia no llega a la totalidad de la plantilla» dice el Subdirector de Asistencia Social, Santos Michel Hechavarría, quien argumenta que la causa fundamental es la correspondencia calidad-precio.
Aunque la calidad no es un asunto nuevo sí comienza a sentirse esa falta de equilibrio entre el bolsillo y el paladar, por lo menos es la conclusión que se saca de lo que expresan muchos de los jubilados que acuden a los mercaditos urbanos.
Félix Salomé Salgado, quien lleva casi 23 años asistiendo a la conocida Fonda de los Jubilados, expone con más claridad qué sucede en realidad con la calidad de los alimentos, cuál es la causa real «la comida está, aquí lo que no hay es qué echarle a la comida para que quede mejor. La calidad es por la falta de especias».
«El precio está un poquito alto, pero la vamos pasando, sale en 12 ó 13 pesos entre almuerzo y comida y yo gano mil 528 pesos. Más o menos da, pero es que siempre aquí no hay vianda, entonces hay que andar comprando viandas caras por ahí para completar» argumenta el anciano.
No es Félix el único que mira con recelo el cambio de precios, pero, en esencia, si la calidad y variedad se correspondiera con los precios la aceptación fuera mayor en La Fonda. El resto de los Mercaditos del SAF tienen el mismo problema y también tiene que ver con la falta de condimentos.
Al sur de Jobabo, en Zabalo y Palo Seco, también se siente la mala calidad de servicio; el trabajador social Eliosdani Ávila Ortiz explica que la mayor preocupación en ambos establecimientos es la calidad de los alimentos.
«De 35 personas que teníamos en Zabalo antes del 1º de enero se han incorporado solamente 27, y en Palo Seco los vamos incorporando poquito a poquito, y el problema es ese, se le hace rechazo al precio porque el alimento le falta calidad» expresa.
En Ojo de Agua, uno de los asentamientos rurales más distantes de Jobabo, la calidad también se tambalea y con ella las malas condiciones del reducido mercadito, junto a un viejo problema que afecta al consejo popular completo, y es que el Mercadito del SAF está situado aquí, pero Mejías que es el centro de la zona y el poblado de mayor población, no tiene ese tipo de servicio.
«Ese mercadito creo que fue uno de los primeros que se construyó, lo hicieron como quien dice con los propios recursos de ellos ahí, cocinan con leña y está en mal estado. Las cocineras hacen allí lo que pueden, incluso ellas ponen condimentos de sus mismas casas para poder elaborar bien los alimentos» refiere Marcos Acosta Núñez, Trabajador Social de Ojo de Agua.
Y esa ha sido la práctica habitual de quienes laboran en los mercaditos, llevar especias de sus casas y pagar de su bolsillo algún que otro ingrediente para quedar bien con los ancianos y otros asistenciados. Y es tal vez por ello que el mejor panorama en todo este problema de los mal elaborados alimentos lo tenga El 12, donde si bien muchos de los beneficiados han hecho rechazo a los nuevos precios y la mayoría ve con recelo todavía esa subidita, la calidad no parece que sea un inconveniente.
«Para mi está bien, el precio y la calidad» dice Pedro Cutiño, uno de los comensales de ese establecimiento mientras a la par de sus palabras otro puñado de ancianos asentía positivamente con la cabeza.
Ahí, en el comedorcito de El 12 fue donde único se sintió el olorcito de un buen sazón, pero, ese sazón tiene sabor a bolsillo de los trabajadores y algunas donaciones que hacen de vez en cuando los lugareños, corrobora Alexei Romero, quien lleva administrando pocos días ahí.
Soraida Peña, la cocinera de este último establecimiento, explicó que al principio fue casi masivo el impacto del precio por lo que tuvieron que adoptar la medida de hacer un listado y trabajar por un pedido, es decir, quienes quieran el almuerzo, la comida, o ambos, deben ir el día antes y anotarse, «Lo que hacemos es presentarle la oferta y ellos escogen que quieren. Si quieren el arroz solo se le vende el arroz, es según la preferencia» precisa.
Ese mismo día, el menú del día (almuerzo y comida) costaba 18.60 pesos e incluía siete ofertas, menos de la mitad de lo que cuesta alimentarse a los precios actuales en las viviendas.
Un buen precedente en el 12 no quiere de decir que no haya problemas, lo que sucede es que unos cocineros y administradores se exprimen más los bolsillos que otros, o tienen la suerte de contar con esas ayuditas de la gente del barrio, que por ningún motivo debieran suplir la responsabilidad de la Empresa de Comercio y Gastronomía de suministrarle los insumos necesarios para elaborar los alimentos con calidad.
En La Fonda sucede parecido, casi siempre tienen que comprarse las especias, pero no es lo mismo elaborar para 30 ó 40 personas que cocinar para 100, y aquí, en el mayor mercadito de Jobabo los comensales emplantillados sobrepasan esa cifra.
Aunque hay aspectos en materia de elaboración que no justifican nada, sí influye en gran medida esa generalizada falta de condimentos, tal es así que por ahí se habla de una iniciativa de promover huertos en los alrededores para autoabastecerse de la mayor parte de esos necesarios ingredientes.
En los últimos días, a raíz de el bajón en la asistencia a los mercaditos, el rechazo a los precios altos y la calidad baja, comisiones multisectoriales, presidentes de consejos populares, delegados, directivos del comercio y la gastronomía, dirigentes locales… han recorrido los mercaditos, identificando problemas y dejando las sugerencias a los responsables.
«Nos encargamos que se visiten todas las personas que no están asistiendo para evaluar las posibles soluciones. Se están revisando todos los aspectos, incluyendo la higiene, si los precios se corresponden con lo establecido, y fundamentalmente, conocer los criterios de los consumidores. Todas estas problemáticas se están trabajando de manera conjunta para buscar soluciones» explica Yordi Agüero Ricardo, Presidente del Consejo Popular Urbano Este.
Mientras hacíamos las entrevistas pudimos apreciar esos recorridos, directivos del comercio y la gastronomía junto al Coordinador del Consejo de la Administración que atiende Consumo y Servicios, evaluando cada detalle.
Está comprobado que el principal problema no son los precios, sino la calidad, la mala calidad y atención a un sistema de asistencia social que, si bien no deja utilidades económicas, tampoco deja pérdidas a Comercio y Gastronomía. Ahora, el reflejo de un entorno complejizado por el bajón de la asistencia obligó en gran medida a dar una mirada el problema y lógicamente en pocos días no se va a transformar lo que durante años se ha tambaleado entre quejas y mala calidad.