La impronta del líder indiscutible de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz perdura en el tiempo cuyo legado traspasa los límites de esta redentora nación para situarse en la mayoría de los países del mundo donde siempre habrá un pedacito de su obra, porque no solo trabajó para su pueblo sino también para los de otras latitudes.
Si hablamos de las misiones en el exterior, ahí está la mano de Fidel, impulsor de la humanitaria y solidaria ayuda a los más necesitados y a los que nunca tuvieron a nadie que los apoya en asuntos tan vitales y necesarios como es la salud, pero no solo en esa rama, sino también el deporte y la cultura.
Fidel Castro abogó por las causas del Sur Global y por un nuevo orden económico internacional, traducido en un mundo pacífico, próspero, justo, equitativo y multipolar, en correspondencia con los principios que rigen la vida misma para todos los seres humanos, sin excepción.
Nuestro líder, aunque ausente de cuerpo y alma, siempre tendrá la inmensa capacidad, de motivar a las masas, guiar a su gente, de convocarlas al perenne combate mientras existe el cruel enemigo de en frente.
Entre las enormes virtudes de Fidel está la de haberse ocupado por la preparación de los campesinos para asimilar las nuevas tecnologías que se introdujeron en la agricultura para la producción de alimentos, uno de los programas más importantes y necesarios que acometía entontes el país, incluso, en el presente.
Fidel también se ocupó del desarrollo de la voluntad hidráulica del país, para lo cual diseñó la construcción de numerosas presas y embalses capaces de almacenar cualquier cantidad volumen de agua y usarlas en beneficio de la agricultura y para el consumo de la población.
De manera, que nunca podremos hablar de la impronta y el legado del hombre que atacó al Moncada y que estuvo en Girón, sin hacer obligada referencia a las miles de obras que concibió e impulsó a favor de su pueblo y la de otros continentes, así como la formación de médicos y de otros profesionales de decenas de países amigos de Cuba.
Al conmemorar su aniversario 98, no cabe un homenaje mayor y mejor que pretender ser como ese Fidel que imponía respeto desde su propio uniforme verde olivo y su carácter afable pero recto, y a quien nunca pudieron asesinar, pese a los más de seiscientos intentos, todos, fallidos, porque sus ideas, su presencia y su legado, nunca morirán.