Aquel día las condiciones del tiempo eran normales. Once jóvenes se despedían de sus familiares en el aeropuerto de Thimeri, en Guyana, viajarían a Cuba a formarse como médicos. Algunos aprovecharon para besar a sus novias, otros se tomaron una foto o les dieron el abrazo a padres, hermanos…, Al anunciarse el pase a bordo, todos se despidieron con un gesto de adiós.
El vuelo 455 aterrizaría con 27 minutos de retraso en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago. Los que iban en tránsito descendieron y el resto de los pasajeros se mantuvo en sus puestos. Allí montan los 24 integrantes del equipo juvenil de esgrima de Cuba, ganadores de todas las medallas de oro en el recién finalizado Campeonato Centroamericano y del Caribe de ese deporte, y que esa misma madrugada habían arribado en vuelo de la Pan American, procedentes de Caracas.
La aeronave sale rumbo a Barbados después de tomadas las medidas de seguridad necesarias desde un frustrado atentado a un avión de Cubana en Kingston, Jamaica. No se aceptarían carga o correo, ni equipaje sin acompañante; se chequearía el equipaje de mano y se revisaría si los pasajeros iban armados; sin embargo, el equipo utilizado por las autoridades aduaneras no estaba preparado para detectar sustancias explosivas, por eso los ciudadanos venezolanos José Vázquez García (nombre falso que dio Hernán Ricardo Lozano) y Freddy Lugo no tuvieron dificultades para acceder a la aeronave.
Ya en ella, rechazan comer. Uno va al baño, se traba la puerta y da gritos de auxilio. El amigo no puede pararse del asiento: el miedo lo deja inmóvil. El propio capitán acude a ayudar al que estaba en aprietos. El mismo capitán al que los dos asesinos habían sentenciado a muerte… más tarde, el vuelo arriba al aeropuerto de Seawell, en Barbados. Allí concluyen su viaje Lugo y Ricardo.
Casi una hora después, la nave calienta motores y despega con destino a Jamaica. A bordo iban 73 personas entre tripulantes y pasajeros. Ocho minutos habían transcurrido del despegue, cuando en la torre de control se escucha un grito del capitán Wilfredo Pérez, quien se oía a través de la radio del DC-8. Más adelante se percibe claramente lo que le plantean.
Entonces el piloto hace girar la aeronave, sabía que se acercaba el fin… Con su acción evita que la nave caiga sobre la playa cercana y se impiden más muertes inocentes. A lo lejos, ante los ojos atónitos de los bañistas, una bola de fuego descendía en las costas de Barbados con su preciosa carga calcinada.
Un corresponsal del diario mexicano Excelsior, Ted Córdova, señaló que el “principal error” de los ejecutores fue el haber hablado sobre la acción terrorista que habían realizado, mientras se trasladaban entre el aeropuerto y la capital trinitaria. Imaginaron que el taxista, Erick Johnson, no entendía el español; sin embargo, cuando este los dejó en el hotel Holiday Inn, formuló la denuncia ante la policía, lo que permitió que poco después fueran arrestados.
Cuando los terroristas andan con vía libre del imperio nunca se sabe.
Fue uno de los crímenes más conmovedores de la historia contemporánea. Es por ello que el nombre de Barbados, esa pequeña islita de las Antillas menores no puede olvidarse jamás en Cuba.
Todo transcurrió en una etapa en que no cesaban conspiraciones y piratería en contra de la Revolución, pretendiendo infundir terror entre el pueblo. Ahora cuba es más fuerte, curtida por tanto tiempo de agresiones, y la muerte de sus hijos se llora con orgullo.