No hay desfile, no hay actos, no habrá festejo masivo, no se verá esa marea multicolor que inunda las calles de Jobabo, ni esa algarabía que hace tronar dese la madrugada el centro del pueblo… las circunstancias no lo permiten, y la gente lo comprende, pero, sí habrá celebración, claro que habrá celebración en este pueblo, cada cual desde sus casas, desde sus puestos de trabajo puede hacer de este Primero de Mayo una fecha tan especial como siempre lo ha sido.
Y ese colorido tradicional, enseñarlo, sellarlo en cada espacio para que se note no solo la fecha, sino la voluntad explícita de respaldo a una tradición que siempre ha demostrado la fortaleza de la Revolución Cubana en cada rincón del país, y es que el 1º de Mayo es un símbolo palpable de unidad de este pequeño pedazo de Cuba, y como no, hoy lo continuará siendo.
Es que el homenaje va cocido al corazón de quienes sentimos la naturaleza de esta retumbante efeméride, de esos momentos de marcha, de consignas, de la necesidad de salir a la calle a rendir homenaje a los fundadores de las principales organizaciones obreras, de orgullo al ver pararse en el podio a los mejores sindicalistas de una institución pública, de sentir ese suspiro cuando se entonan el himno nacional y la fuerza de las voces en multitud te soplan al oído como una corneta de llamado triunfante.
Y más que esos otros años, los que sí desfilamos y festejamos entre compañeros y amigos, necesitamos sentir ese inclaudicable despegue de entusiasmo, de comprensión, de protagonismo, de apoyo a quienes están ahí pegados a la batalla luchando contra un enemigo invisible que deja más bajas que una guerra de cañonazos.
Y sin desfile, sin esa algarabía de siempre, que retumbe en cada rincón del mundo que el pueblo jobabense sí celebra el 1º de Mayo, y lo hace con orgullo y convicciones.