En Palo Seco los españoles tuvieron que comprender el poderío militar de los mambises. Probaron el ingenio de Gómez y fueron sacudidos con dureza por una estrategia de combate de la que poco sabían los oficiales coloniales atosigados por el calor y una guerra que no se adaptaba a su academia.
Cuentan que Gómez estaba a punto de hacer un amago de ataque a Guáimaro cuando escuchó que Vilches con una columna de unos 600 hombres, armados hasta los dientes, rondaba la zona sur y amenazaba con encontrar los escondites donde Vicente García había resguardado uno de sus botines de guerra.
El ingenioso dominicano, dio un giro y anduvo unas horas hasta que los exploradores divisaron a la avanzada de los españoles… la estrategia fue hacer un rodeo, amagar una carga al machete e inmediatamente retirarse hasta esperar que el enemigo cayera en fuego cruzado completamente rodeado.
Fue tan encarnizado el combate que más de 500 soldados perecieron a los pocos minutos, el mismo Vilche cayó en combate, y el resto de la columna fue hecha prisionera. Ese dos de diciembre se tiñó de rojo esa sabana poblada de espinos en Palo Seco.
Fue precisamente esa convicción de ímpetu, de cambiar las reglas del juego, de hacer de lo imposible una realidad, lo que llevó a que el desembarco del Granma, casi un siglo después, lo que parecía un fracaso, triunfara y se convirtiera en el principal movimiento impulsor de una guerrilla moderna capaz de calar en la fuente de poder del régimen de Batista.
Fidel fue sabio, y eso que no conoció a Gómez para aprender de su ingenio militar… sencillamente al comandante le llegó por nacimiento esa habilidad de trazar el rumbo y chocar con lo imposible para convertirlo en realidad.
Palo Seco, el Granma, la lucha, los caídos, la historia, el homenaje… todo ello hizo que triunfara la Revolución y que ese viejo ejercito imbuido en el post-colonialismo cambiara para proteger al pueblo, esta vez como el principal ente estratégico de la Revolución Cubana.