Desde este 2 de julio se dio inicio al plan vacacional en Cuba, una etapa en la que muchas familias deciden visitar a sus familiares dentro o fuera de sus provincias de residencia.
La idea de pasar un rato junto a los parientes siempre es recibida con beneplácito, por esa actitud de cariño, desprendimiento y amor que profesamos los cubanos y sobre todo, porque realmente durante los dos últimos años estuvimos en casa con limitaciones de movimiento como medida de protección ante la presencia de la Covid-19.
Ahora que el país pudo controlar la pandemia, es hora de cargar las pilas y aprovechar los meses de julio y agosto de intenso verano para darnos un chapuzón en una playa en compañía de nuestra familia. El cuerpo lo necesita para relajar el estrés.
Sin embargo, la sed de recreación y de esparcimiento no nos pueden conducir a cometer indisciplinas pues, muchas veces descuidamos nuestra responsabilidad y nos lanzamos a una aventura que nos puede conducir al fracaso e incluso a la muerte.
El ahogamiento en ríos, piscinas y playas, los accidentes de tránsito dejando severas lesiones o apartando de la vida a seres incondicionales, las riñas públicas como muestra de indisciplina social, son resultados de la ingestión desmedida de bebidas alcohólicas.
Por esa razón no debemos pasarnos de copas en los balnearios o espacios públicos diseñados para la recreación. Recordemos que al igual, que el timón, la playa y el río no ligan con el alcohol. Entonces entendamos la importancia de preservar una familia íntegra, sin que dichas bebidas nos roben la sonrisa, un destino feliz de compañías y el disfrute de un verano que ha sido diseñado con todos y para todos.