El olor a caña que nunca se fue. Hoy, Jobabo respira nostalgia. Mientras el pueblo conmemora el aniversario 112 de su primera zafra, los viejos recuerdan cómo el central azucarero —hoy silente— fue el latir de sus calles. “Era como un gigante de metal que nos daba vida” en contraste con las ruinas que sobresalen a simple mirada desde el centro mismo del poblado.
Cuando el azúcar era rey. Todo empezó en 1908, cuando la Compañía Yanqui Cubana del Ingenio Jobabo y un ejército de migrantes,pico en mano, comenzó a levantar el central. Para 1911, las máquinas rugieron en prueba, usando caña de sus propias colonias. Y el 12 de febrero de 1912, arrancó la zafra histórica: 65 días donde se molieron casi 6 millones de arrobas de caña, sacando 73 mil sacos de azúcar. ¡Hasta el rendimiento (12,37) se volvió leyenda!
Un pueblo hecho de muchos mundos. El central no solo trajo máquinas, sino gente. Africanos, jamaicanos, chinos y cubanos se mezclaron en los campos. ¿Cuántos eran? Nadie sabe exacto, pero para 1926, ya eran 822 obreros sudando juntos. “Aquí se hablaba en creole, mandarín y español… y todos se entendían con el machete”.
Bateyes divididos, historias compartidas. Los norteamericanos, claro, vivían en su batey aparte, con casas que replicaban sus residencias en el norte. Los cubanos “importantes” tenían otro barrio, menos lujoso, pero con buenos bungalows. El resto, la mayoría, se apiñaba en bohíos cerca de los cañaverales. “Eran dos mundos, pero el central unía en la faena”.
Jobabo: de monte firme a pueblo dulce. Antes del central, esto era monte. La industria atrajo colonos, españoles y campesinos de toda Cuba. Así nació el pueblo: un remolino de casas de guano, tiendas, iglesias, parque, bares… y el nombre, claro. Jobabo, como enseñó Fernando Ortiz, viene de los jobos que abundaban.
Zafra: fiesta, sudor y cañaveral. Febrero era época de fiesta y trabajo. Las locomotoras cargadas de caña silbaban. Aunque el central cerró hace poco más de dos décadas, su huella sigue aquí.
(Y así, entre viejas añoranzas y recuerdos, Jobabo no olvida su historia)